Del clan de los Hidalgo, el menos malo es Javier

La opinión pública en general y la turística en particular tiene un concepto equivocado sobre Javier Hidalgo, hoy más que nunca en el ojo del huracán por su protagonismo estelar en el caso Begoña Gómez. Al hijo varón del presidente de Globalia se le acusa de llevar una vida muy alegre, de bon vivant, de ponerse al mundo por montera y de otras cosas alejadas de las buenas maneras y el comportamiento ético. Hidalgo jr. es un hombre inteligente, en ocasiones pusilánime y trabajador intermitente, pero para nada mala persona (Javier Hidalgo, citado en el Senado por sus negocios con la mujer de Sánchez).

Javier Hidalgo tuvo una buena formación académica y estudió en colegios de alto standing, pero a diferencia de otros herederos de grandes imperios turísticos le faltó el marcaje disciplinario y exigente de su progenitor para formarlo como sucesor. Aunque últimamente estaban muy unidos, la relación de padre e hijo nunca fue ejemplar, con discusiones constantes y sonadas e, incluso, con deportaciones incluidas. Un paralelismo familiar similar al vivido por el padre y el abuelo del creador de Pepephone.

De los tres hermanos, Javier es el menos rencoroso, para nada vengativo y ojito derecho de la madre, la buena de Elo. Su grave problema es que en muchas ocasiones se ha dejado rodear, por las circunstancias que fuera, de aprovechados, de palmeros y de tragapanes. Gente de malvivir que le han aconsejado muy mal y que le han causado mucho daño. El peor de todos, Aldama, sin duda, pero no el único, pues la lista es amplia, autoridades turísticas incluidas (Caso Koldo: Javier Hidalgo, junto a Víctor de Aldama en un viaje a México).

La vida de Javier Hidalgo cambió cuando entró en el círculo de Colate, en el que quedó atrapado pese a su repelús a la prensa. A diferencia de su padre, los medios le producen urticaria, nunca se rodeará de periodistas ni visitará platos televisivos. Es un solitario empedernido que funciona con altibajos en el mundo empresarial, según como salga el sol. El peculiar Salvador Sostres, látigo de Laporta y del nacionalismo catalán después de haber sido laportista y secesionista, ha dicho de él en ABC que “España le debe mucho”. La España de Sostres, de Aldama, de Ábalos, de Begoña y de Zurab.