Las cifras de Boeing hoy por hoy son dramáticas: apenas entregó 29 aviones en marzo pasado, muy lejos de los 64 del mismo mes del año pasado. Al mismo tiempo, cualquiera se puede imaginar que sus gastos se han disparado, porque cualquier cambio en los procedimientos es carísimo. Pero este el precio de tener que cambiar todo bajo la presión de los medios y la sociedad, que no cesan de vigilar y cuestionar su gestión (Boeing: detectan graves deficiencias en la fabricación de aviones).
La autoridad americana de la aviación (FAA) impuso a Boeing un límite máximo de 38 entregas de aviones para obligarle a mejorar sus controles. Sin embargo, fue incapaz de alcanzar ese límite, porque su situación es más complicada de lo que parece, tras la pérdida de la portezuela de emergencia en el 737-Max 9 propiedad de Alaska Airways, el pasado 5 de enero.
De los 130 aviones que Boeing había entregado en los tres primeros meses de 2023, cuando no había sido tampoco un año normal por muchos factores, la compañía ha pasado a apenas entregar 83 unidades, de los cuales apenas 66 son Max, el modelo más popular y de más ventas.
Brian West, el director financiero de Boeing, de los pocos que no dimitieron en la reciente crisis, explicó que son ellos mismos quienes adoptaron la decisión de limitar la producción hasta tanto no tengan la seguridad de que pueden hacerlo como toca, con un control de calidad suficientemente importante. Sobre todo, porque es probable que si en el futuro cercano hubiera otra crisis de esta magnitud, la compañía no sobreviviría.
Por su parte, Airbus entregó en estos tres meses 142 aviones, un 12 por ciento más que el año pasado.
No está de más recordar que, pese a todo, en estos tres meses Boeing vendió 126 nuevos aviones que entregará en los próximos años.
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