En Marruecos fundamentalmente operaban Royal Air Maroc, la aerolínea estatal, cuyo marketing y gestión es muy mejorable, y Air Arabia, que tenía el terreno libre para crecer. Los precios se los pueden imaginar (Ryanair pide permiso para volar dentro de Marruecos).
Y entonces aparece Ryanair. Primero una base, Agadir con dos aviones, después otra en Marrakech, con siete aviones, y posteriormente tres en Fez. Y ahora, finalmente, abre la cuarta base en el norte, en Tánger, con dos aviones. Y más, tiene permiso para hacer vuelos interiores, lo que la convierte en una seria competidora.
La entrada en Marruecos de la irlandesa fue lenta, porque hay pavor a los países inestables, en los que por un motivo o por otro, todo es lidiar con problemas. Pero no ha sido así y el crecimiento es fulgurante.
La gran novedad son los vuelos interiores. Porque tiene cuatro bases, pero vuela a 12 aeropuertos en el país, en una operación en la que no hay ninguna competencia europea. Apenas hay vuelos, pero sin bases en el país.
Hay que tener presente que Ryanair no vuela a ningún otro destino de África, ni siquiera a los resorts de Egipto en el Mar Rojo, populares para Easyjet desde hace ya más de una década. Vuela, sin embargo, a Israel y a Jordania, también muy por detrás de Wizz Air, líder en esa zona.
Lo lleva crudo Ryanair.
Allí manda uno y de tonto a las tres como todos los políticos europeos no tiene un pelo.
Seguro que tiene los perros bien atados antes de levantar el dedo.