Las plantas de Boeing en el estado de Washington están paradas por un conflicto entre trabajadores y empresa. Los primeros piden un aumento salarial del 40 por ciento y la compañía ofrece el 25. Como esta guerra interna pilla a Boeing en una situación delicada, el consejo acordó medidas extremas de ahorro (Ryanair teme un recorte en la entrega de aviones por la huelga en Boeing).
Se congelan las contrataciones en todas las áreas; se suspenden los viajes no imprescindibles; se prohíbe viajar en primera o en business, incluidos los directivos de todos los niveles; se suspenden los gastos no esenciales; se cancelan los caterings, excepto para clientes; se reduce la presencia en todos los eventos; y, más delicado, se suspenden los contratos de incontables trabajadores, al menos durante unos meses.
Esta medida, que encaja en la legislación americana, supone que muchos de los huelguistas quedan despedidos transitoriamente para que la empresa no tenga esos gastos (Boeing apenas entrega la mitad de los aviones).
El fabricante de aviones se encuentra ahora mismo en una situación financiera delicada porque la huelga tiene lugar tras cuatro años desastrosos desde la caída del primer Boeing 737 Max de Lion Air hasta ahora.
La huelga afecta a 33 mil empleados de la International Association of Machinists and Aerospace Workers, pero no a los que trabajan en la planta de Georgia, al este del país, donde se produce el 787, único avión en cuya construcción Boeing sigue avanzando.
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