El 10 de septiembre pasado, el tribunal de distrito de Braga, al norte de Oporto, determinó que Ryanair no puede aplicar un cargo económico por la pieza que el viajero transporte en sus manos en la cabina (Ryanair, también condenada por las maletas en Portugal).
La decisión judicial, sin embargo, fue posteriormente rectificada. El mismo tribunal explicó dos motivos para corregir su fallo: por un lado, Ryanair “no había sido notificada y no estaba presente en la vista cuando el pasajero hizo su testimonio” y, por otro, porque el juzgado no estaba al tanto de la decisión de los tribunales europeos en un caso similar de Vueling, en el que se reafirma la legalidad de los cargos a partir de que el equipaje de mano supera los límites que fije la compañía.
“Los tribunales portugueses han de cumplir con la ley europea y seguir la jurisprudencia de la Corte Europea de Justicia que ya había confirmado que la política de precios con el equipaje de mano cumple con la ley”, aduce la sentencia que rectifica a los jueces de Braga.
Como se imaginan, Ryanair ha ventilado a diestro y siniestro el fallo, que con dificultades empieza a imponerse mientras el Parlamento y la Comisión Europea no determinen cuál es ese tamaño obligatorio mínimo del equipaje de mano.
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