Fluxá le da gracias a la vida por haberle dado tanto

Domina la mesura como Morante el capote, como Velázquez el pincel, como Cervantes la prosa. Preguntando ha creado escuela: pone el piquillo de la muleta y, sin excepción, todos entran al trapo. Es un Belmonte en el mando y un Joselito en el temple. Pocas veces le tiembla el pulso ante los miuras de la vida. Su norte siempre fue el término medio. Es un escrutador nato que observa con fruición y ausculta como un cirujano de la MD Anderson. La bronca, el rencor y la pereza le generan repelús. De pequeño bebió en la fuente del optimismo.

Es el menos vanidoso en la feria de las vanidades. Se siente tan a gusto con la gente sencilla como con la poderosa. No ejerce de clasista pudiéndolo ser por patrimonio y estatus social. No todos sus amigos son multimillonarios o ricos. Igual alterna con el círculo de la realeza que con el guitarrista almuñequero de la rumba y la cumbia. Prioriza a los alegres y ocurrentes; los que tienen chispa, los que suman. Gente como él: vitalista, cariñosa y cordial que transmite felicidad a todo su entorno. Vive y deja vivir y escucha más que habla.

A sus competidores no los considera sus enemigos; ni siquiera rivales. A los colegas que como él han alcanzado la gloria los llama compañeros. Y no lo dice por bienquedismo sino por su cualidad humana. Nunca se olvida de los que arriman el hombro en los momentos de lucha; de los que le apoyan desde fuera de la empresa; de los que contribuyen a que su vida sea distendida. Ha creado un grupo multinacional desde el conocimiento y la perseverancia, adora a su familia y es un fiel seguidor de Violeta Parra porque siempre le da gracias a la vida por haberle dado tanto. En conclusión: Miguel Fluxá Roselló, el glamuroso arcángel del turismo vacacional.