Palma. 9/5/08.- Joan Mesquida hará un buen papel como secretario de Estado de Turismo por muy variados motivos: es un político espabilado que ha aprendido mucho en la legislatura pasada, es consciente de que tiene que llevarse bien con la todopoderosa cúpula turística de su tierra y, además, goza del apoyo de toda la prensa impresa de las Baleares, incluido el diario nada adicto a su partido.
Por si fuera poco, los hoteleros isleños mantienen una luna de miel con su jefe Antich desde el día que les confirmó que el Gobierno de las Islas no volvería a implantar la célebre y dañina ecotasa y que no se tomarían en el sector decisiones importantes sin contar con ellos. La catarata de felicitaciones por su nombramiento no ha cesado aún desde ningún punto de España, pero especialmente desde su patria chica, donde la gente es por naturaleza olvidadiza, y más aún la clase hotelera. Un colectivo que intenta pasar página lo más rápidamente sobre la mayor pesadilla que jamás vivieron a lo largo de su dilatada historia: la implantación de un impuesto ecológico, la ecotasa, que generó entre 1999 y 2003 un enconado enfrentamiento del mundo del turismo con las autoridades autonómicas y que supuso la derrota del Gobierno encabezado por Antich.
Por pragmatismo, los hoteleros no quieren revivir aquel episodio. Fueron días de lucha continua contra el poder establecido. Ellos ganaron al final la batalla y con los derrotados están ahora a partir un piñón. Es más, les ha faltado tiempo para alabar al nuevo máximo cargo del turismo patrio. Y algunos—no sólo Zoreda— pidieron hora en cuanto se hizo oficial su nombramiento para entrevistarse con el flamante secretario de Estado.
Mesquida, de padre de la ecotasa a patriarca de los hoteleros
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