Marga Albertí
30/4/09.- La decisión de Cuba, Argentina, Canadá, Ecuador y Perú de suspender sus vuelos con México para evitar contagios de la nueva gripe parece precipitada, teniendo en cuenta que la propia OMS ha desaconsejado la medida por considerarla poco efectiva. Es algo así como poner diques al mar, y si la Unión Europea apoya hoy la propuesta de Francia de sumarse en bloque al cierre de fronteras aéreas, las consecuencias para la economía de Quintana Roo a muy corto plazo pueden ser catastróficas. La protección de la salud debe primar sobre cualquier otra consideración; en la región turística más importante de México aún no se ha dado ningún caso sospechoso de la enfermedad, pero sería una temeridad creer que eso no puede cambiar en cualquier momento. Sin embargo, habría que evitar decisiones unilaterales producto de temores comprensibles pero poco prácticos en favor criterios racionales. Hoy mismo publica un medio nacional que en México todo el mundo lleva mascarillas de protección salvo los empleados de la Secretaría de Salud. El motivo: saben que son escasamente efectivas para frenar contagios -dicho por el propio director general del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica- y si se han repartido millones de mascarillas entre la población es sólo porque la gente se siente más segura llevándolas. Una decisión paternalista y comprensible, pero tan ineficiente como la de interrumpir conexiones aéreas en contra del criterio técnico. Si la OMS decidiera hoy impedir los viajes no habría que perder un minuto, pero hacerlo antes de tiempo sólo contribuye a la confusión.
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