Por Vivi Hinojosa
08/10/2009.- Ante la caÃda de los márgenes de las compañÃas aéreas, las diferencias entre los servicios de las tradicionales y de las de bajo coste se estrechan cada vez más hasta casi desaparecer, aunque con precios que siguen duplicando los de las low cost. Hasta ahora las diferencias estaban claras y el producto de cada una se dirigÃa a un segmento de la demanda especÃfico.
Si el cliente lo que buscaba era la tarifa más barata pero con el mÃnimo servicio, pagando suplementos sólo por las prestaciones que necesitara (pago con tarjeta de crédito, facturación de equipaje, catering a bordo, etc.), la respuesta era una aerolÃnea de bajo coste, que en ocasiones hasta maltrataba a sus pasajeros al controlar estrictamente las condiciones de medidas y peso de sus equipajes impuestas por ella misma. Pero, y hablo por propia experiencia, si querÃas pagar lo mÃnimo posible ya sabÃas a lo que te exponÃas. Era una cuestión de prioridades, porque si la tuya era viajar cómodamente y disfrutar de un buen servicio incluido, en principio, en el precio que habÃas pagado por tu billete, tu compañÃa era una tradicional... hasta que llegó la crisis y con ella los recortes de las prestaciones.
Una vez olvidados el catering o la prensa gratuitos, ahora le llega el turno a las maletas, medida que ya está estudiando Iberia para empezar a aplicar este mismo mes. Las organizaciones de consumidores ya han mostrado su profundo rechazo a esta iniciativa y alguna de ellas ha advertido que, de llevarse a cabo, interpondrá una denuncia contra la lÃnea aérea presidida por Antonio Vázquez por prácticas abusivas. Pero no es eso lo peor: si cada vez el servicio de unas y otras se parece más por lo limitado de sus caracterÃsticas, pero las diferencias en precios siguen siendo las que son, ¿qué alicientes ofrecerán las tradicionales a sus clientes para que paguen sus tarifas más elevadas para obtener un producto similar? A simple vista parece que a su favor sólo les quedan las operaciones en aeropuertos principales y un mayor número de frecuencias, aunque las discrepancias en estos dos aspectos también se van reduciendo. Encontrar las siete diferencias es cada vez más difÃcil.
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