Â
Málaga. 19/11/09.- El hotel que convierte al huésped en hámster es tan sólo el último en una larga lista de ejemplos donde la imaginación es el principal reclamo para una siempre cambiante clientela ávida de nuevas experiencias. Bueno, la imaginación y la locura y/o pérdida total de papeles porque pagar para pasarse el dÃa disfrazado de roedor, comer pienso y hacer ejercicio en la clásica rueda de metal, aunque sea de tamaño homo sapiens, a un servidor le provoca chispazos y cortocircuitos a nivel cerebral. Uno creÃa, incauto de mÃ, que huir del mundanal ruido escabulléndose a un hotel era precisamente para descansar, dejar de lado las monótonas y cansinas actividades diarias, dedicarse en cuerpo y alma a uno mismo, que te mimen un poco pero, sobre todo, para que no te traten como una rata… aunque sea por unos dÃas.
Pero en fin, como decÃa mi abuela ‘para gustos hay colores’ y, de hecho, existen otros casos donde te pasas una semana recogiendo aceitunas para hacerte tu propio aceite, te levantas a la hora del búho para ordeñar una vaca o amontonas estiércol para comprobar en tus propias carnes lo que sentÃa el abuelito siendo un agricultor… ¿Y para cuándo un ‘hotel-redacción de medio de comunicación’? Eso Sà que serÃa la bomba.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo