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Por Gabriel Hilton
Madrid. 30/11/09.- Este digital anunció hace poco más de un año, octubre de 2008, que el grupo Marsans estaba en venta con la excepción de la cadena hotelera. ¿Estábamos o no en lo cierto? Totalmente, pese al desmentido de sus directivos y del medio que defiende sus intereses. No erramos ni una coma porque a la división hotelera, uno de sus principales activos, no le habÃan colgado entonces el cartel de “se vendeâ€.
El Grupo Marsans lo está pasando mal por la crisis que golpea sin excepción a todo el mundo, por las zancadillas del Gobierno central, por los zurriagazos del Gobierno de los Kirchner, por los ataques desenfrenados de un grupo mediático de la izquierda más rancia y por, sobre todo, la gangrena de la compañÃa aérea, un pozo sin fondo para el grupo de Gerardo DÃaz y Gonzalo Pascual.
La aerolÃnea es la causante principal de todos los problemas de Marsans, ya que con sus deudas galopantes ha arrastrado al resto de las empresas rentables que conforman el grupo del Campo de las Naciones, desde la red minorista y los receptivos pasando por el transporte y, por supuesto, los hoteles. Un problema el de la compañÃa que viene de tres años atrás y que no tiene visos de solución.
Este digital tiene información acerca de los pasos que la compañÃa aérea va a llevar cabo en fechas próximas y que en breve verá la luz. Pero se trata de un parche para sobrevivir durante una temporada. Porque la raÃz de todos los males de Marsans va a seguir existiendo mientras no se arregle la rocambolesca operación de compra de los airbuses y AerolÃneas Argentinas.
La venta , por tanto, era un hecho anunciado. Y si ésta se hubiese llevado a cabo hace un año de forma planificada, sin sobrevaloración y escaso orgullo, hoy el grupo estarÃa en mejor situación. La red de agencias tiene pretendiente—en singular—al igual que las compañÃas de transportes y, como no, los hoteles. Pero hoy no valen lo mismo que a finales del año pasado.
A vender, pues. Pero lo que está por ver es si con las ventas bastará para pagar la deuda, que es galopante, y para mantener a toda costa —hay en juego 150 millones de dólares— a la compañÃa aérea, madre de todos los problemas.
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