Basta de abusos

Por Marga Albertí

16/2/11.- Es preocupante la inacción del Gobierno ante el juego sucio de la mayoría de compañías aéreas en la venta de billetes. La misma que muestra frente a los abusos que cometen muchas compañías de telefonía móvil. Es inexplicable que no se apliquen multas ejemplares a aerolíneas que ofrecen publicidad online engañosa, mucho menos inofensiva que la del comercio tradicional. Que a cada paso del proceso de compra se añadan cantidades extra, y a veces incluso cuando el usuario ya ha introducido sus datos bancarios y no puede volver atrás. Que las autoridades toleren como argumento legal las confusas y extensas condiciones en letra pequeña que acompañan a estos contratos, que incumplen todos los principios de una comunicación eficaz. Que las propias organizaciones de consumidores recomienden hacer ‘pantallazos’ de cada paso del proceso por si hay que presentarlos delante de un juez. En telefonía móvil, que se permita bombardear al cliente con la venta telefónica de pseudo-ofertas plagadas de verdades a medias, y encima a cargo de comerciales que no tienen ni posibilidad ni ganas de verificar que quien está al otro lado del auricular es el titular de la línea, y no uno que pasaba por allí. Que sea más fácil encontrar una aguja en un pajar que el número telefónico del servicio de atención al cliente en algunos websites. O que estos y las tiendas de atención al público sirvan para cualquier cosa imaginable menos para atender peticiones de bajas, y en la era de las tecnologías de la información el sometido cliente deba tramitar su petición vía fax. O vía buro-fax si las cosas se complican, que suelen hacerlo. Y que todo esto ocurra de forma reiterada, pública y notoria pese a las denuncias periódicas de organismos como Facua. Internet añade un alarmante plus de indefensión al usuario y las autoridades se inhiben, viva la libertad de empresa. Pero el comercio electrónico no es un servicio esencial, más pronto o más tarde caerá en el olvido de no articularse una auténtica protección. Hay que decir basta.