Por Fernando Urrea
Madrid. 14/03/11.- La frialdad de los números parece que gana terreno en la aventura empresarial de Spanair en su intento de convertirse en la compañía enseña de El Prat y de Cataluña, mecanismo fundamental de la plataforma de vuelos internacionales y del centro de conexiones intercontinentales. El tripartito de Montilla y el Ayuntamiento de Barcelona activaron el proyecto con ayudas e inversiones directas a través empresas públicas y el tiempo, la dudas sobre viabilidad y la crisis han hecho que el nuevo gobierno de Mas sea reacio a seguir metiendo millones de euros en la compañía para que pueda concretarse el “objetivo estratégico” de las rutas internacionales a partir del año que viene. Hasta aquí hemos llegado. Fin de trayecto y a intentar recuperar lo puesto. Si hay reducción del presupuesto -10 por ciento menos para Educación, por ejemplo- para reducir deuda, la Generalitat no quiere seguir en una aventura empresarial de incierto futuro. Si falta dinero para servicios esenciales, no es de recibo dedicar recursos a negocios inciertos, porque no es la misión de un ejecutivo ser empresario. Además, por mucho que quiera potenciar El Prat, el gobierno de Mas es un firme defensor de la iniciativa privada. Empresas públicas, las mínimas imprescindibles. Y ante este panorama de pérdidas de explotación y sin el apoyo oficial, el proyecto de Spanair se acerca a la quimera si no consigue cuanto antes una fuente de financiación o un socio del negocio que le aporte esas conexiones intercontinentales. Lo tiene mal. Al menos hasta que el temporal económico amaine. La pregunta es si podrá aguantar.
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