El impacto de las nuevas tecnologías en África está siendo impresionante. Por ejemplo, el de la banca electrónica. Allí donde no llega la banca ordinaria, llega la electrónica y allí se produce una pequeña revolución. Algo similar, inesperado, radical y transformador está ocurriendo con Airbnb. Airbnb, por supuesto, crece en todos los países y continentes, pero lo que está sucediendo en África es espectacular. Miles y miles de africanos están alquilando habitaciones en la red, obteniendo así unos ingresos extras. Como en todos lados, pero en África esto está siendo una bomba. Es, desde luego, el continente en el que el crecimiento de Airbnb es más acusado.
Más de tres millones y medio de clientes se han alojado en Airbnb en el continente africano, desde que se introdujera este portal. Eso es noticia, pero lo más sorprendente es que la mitad lo hicieron en los últimos doce meses, demostrando que el crecimiento es brutal. La gran mayoría del negocio procede de Sudáfrica, pero Marruecos, Kenia y Egipto no se quedan muy atrás.
Tres de los ocho países en los que hoy Airbnb está registrando el crecimiento más veloz son africanos: Nigeria, Ghana y Mozambique, con aumentos que superan el 200 por ciento en apenas doce meses. El negocio va bien también financieramente para miles de propietarios que están haciendo ingresos extras gracias al portal americano.
Igualmente, el número de viviendas en oferta se ha disparado en África –admitiendo que son cifras que parten de una posición más bien relegada--. Se ha pasado de apenas 6.000 viviendas ofertadas en 2013 a cien mil en este año, lo que es el mayor aumento y más veloz que haya visto Airbnb (Los 10 mayores anfitriones de Airbnb son gestoras de apartamentos turísticos).
Ustedes ya se imaginan cómo está la legislación africana en este sentido: simplemente no existe. Como tampoco existe una adecuada oferta de hoteles, cuyos precios normalmente superan ampliamente las posibilidades del mercado. Airbnb afirma que desearía una legislación que ordene el sector y ofrezca garantías pero, entretanto, los ciudadanos trabajan ya con las plataformas virtuales con un entusiasmo que es desconocido en otras latitudes.
Esto pasa cuando se junta países llenos de penurias con el hábito de consumo de 2018. En lugar de vía de desarrollo, un caos
Ya ocurre en el primer mundo, cuanto más en el tercero