La campaña para las elecciones autonómicas y municipales del domingo 28 de mayo arranca en la madrugada de este viernes, y lo hace con varias formaciones incluyendo en sus programas medidas para limitar el turismo reglado en las principales zonas donde el sector es el principal motor económico.
La propuesta de implantar ecotasas son defendidas abiertamente por partidos de izquierda y de extrema izquierda, a la vez que las políticas de vivienda están siendo uno de los ejes que están copando la actualidad del debate público, tras el desmadre desde hace una década que desvió una buena parte del parque residencial hacia el vacacional (Alerta en Canarias: el PSOE lleva la ecotasa en su programa).
Baleares emerge como uno de los ejemplos donde mayor malestar ciudadano ha creado este fenómeno, después de dispararse desde 2015 el encarecimiento de la vivienda, al promocionar sus gobernantes el alquiler de corta estancia, en un fomento que mantienen a día de hoy al eximirles de la ecotasa a diferencia de los hoteles (Baleares: el alquiler turístico se come el parque residencial).
La presidencia autonómica del archipiélago brota como la de una de las regiones en liza más inciertas, con encuestas que reflejan un empate entre los bloques que encabezan la actual inquilina del Consolat de la Mar, Francina Armengol, y la alternativa de la popular Marga Prohens.
Armengol y su equipo vienen demostrando un creciente nerviosismo en las últimas fechas, después de reiterados ninguneos públicos a su oponente, ya que además del enfado social por su política de vivienda, sus dos legislaturas se han caracterizado por una escasa representación de la centralidad social a causa de un marcado dogmatismo ideológico.
La hoy presidenta de Baleares ha ejercido su mando volcándose en la facción más radical de su bloque, como ha demostrado con anteponer el catalán en la Sanidad frente a atraer a médicos del resto de España, de igual modo que en la Educación, a la vez que ha afrontado escándalos como el del Hat Bar en el que desaparecieron denuncias, o el de su relación con un caso de corrupción en los puertos de las islas. Y además, se ha caracterizado por sus frecuentes alusiones a la superioridad moral y teórica de la izquierda, así como por fijaciones con el periodo republicano que, antes que cohesionar, dividen y polarizan.
La esperanza del PP balear para el vuelco político procede de su fortaleza en Palma e Ibiza, con candidatos reconocidos como Jaime Martínez y José Vicente Marí, de igual modo que en el Consell de Mallorca con Llorenç Galmés. Esta institución ahora la gobierna una socialista Catalina Cladera erosionada por su encubrimiento de los abusos a las menores tuteladas, o por el caos con la movilidad en las isla, debido al carril bus-VAO y la gestión del taxi y los coches de alquiler disparados ante el auge de Airbnb.
En Calviá, que es el tercer municipio con más plazas hoteleras de España tras Madrid y Barcelona, la batalla también se antoja igualada entre el actual titular de la alcaldía, Alfonso Rodríguez Badal, y el candidato popular y antiguo ejecutivo hotelero, Juan Antonio Amengual, con un perfil más centrista.
En Madrid, la autonomía se da por descontado que mantendrá a Isabel Díaz Ayuso a su frente, mientras más dudas existen con la alcaldía ahora liderada por José Luis Martínez Almeida, entre cuyos rivales figura la ex ministra de Turismo, Reyes Maroto, o una Rita Maestre que desde Más Madrid aboga por implantar una ecotasa al turismo, entre el estupor hecho público por el sector.
Pero la región que va a ser clave es la también turística Comunidad Valenciana, donde un Ximo Puig que está en el ojo de la polémica por los contratos a su hermano desde la Generalitat, y debilitado por la dimisión de su socia Mónica Oltra de Compromís, mantiene en las encuestas opciones de que su bloque sume más que el que lidera el popular Carlos Mazón, presidente de la Diputación de Alicante (Tasa turística valenciana: “Nadie debería aplicarla”).
En Benidorm, quinto municipio español por número de camas justo detrás Palma, el popular Toni Pérez aparece como favorito para mantenerse en el cargo que ocupa desde 2015 gracias entre otros factores a la bonanza turística, frente a la socialista Cristina Escoda, en una localidad donde hasta la fecha ni Podemos ni Vox gozan de representación en el consistorio.
Precisamente desde la capital de la Costa Blanca se encabezó el rechazo más rotundo a los planes de la Generalitat de implantar una ecotasa en un momento de especial fragilidad para el destino, tras la pandemia y el impacto del Brexit.
Canarias sobresale como otra de las principales autonomías turísticas donde formaciones de izquierda acaban de descubrir su compromiso de imponer una tasa a los viajeros, también ante la más contundente oposición de los representantes del sector que sustenta la economía del archipiélago.
El candidato a la reelección, Ángel Víctor Torres, llega a los comicios con el lastre del escándalo reciente de Tito Berni y sus gastos en prostíbulos con otros diputados socialistas, y tras conocerse que las islas se sitúan a la cabeza en cuanto a pobreza en España pese al tirón de su primera industria.
En San Bartolomé de Tirajana, el principal municipio turístico de Canarias y el sexto de España con más plazas hoteleras, sondeos como el de Ágora Integral avanzan el regreso del Partido Popular-Agrupación de Vecinos (PP-AV) y del exalcalde Marco Aurelio Pérez, que vuelve a ser candidato tras el paréntesis de 2019, frente a la actual regidora, Conchi Narváez (PSOE), que ha gobernado en los últimos cuatro años gracias a un pacto que comenzó siendo cuatripartito, junto a Nueva Canarias (NC), Ciudadanos y Coalición Canaria (CC), pero del que terminaron saliendo los concejales de esta última formación.
En Adeje, séptimo municipio español con más plazas hoteleras y primero de Tenerife, el socialista José Miguel Rodríguez Fraga, aspira a seguir siendo alcalde 40 años después de ser elegido por primera vez.
Más dudas existen sobre la alcaldía de Barcelona, una de las de más marcado antiturismo con Ada Colau y su moratoria centrada solo en la nueva hotelera y contra los cruceros, ya que la elección de un futuro primer edil puede quedar en manos del PP, ante las candidaturas del socialista Jaume Collboni, el convergente Xavier Trias, y el republicano independentista Ernest Maragall.
Por último, la otra gran batalla electoral se ubica también las grandes alcaldías de Andalucía, con Sevilla como principal foco en una disputada batalla entre el actual regidor, el socialista Antonio Muñoz, y el aspirante popular, José Luis Sanz, mientras en Málaga se da por segura una nueva reelección de Paco de la Torre, tras haber encumbrado al destino como a ningún otro en la Península.
En Marbella, una popular Ángeles Muñoz que en 2019 fue reelegida como alcaldesa por cuarta vez aspira a repetir mandato, de igual modo que en Chiclana, uno de los tres destinos con mayor tarifa hotelera media del país, el socialista José María Román aparece como favorito para la reelección.
Así, los políticos de izquierda resisten al desgaste nacional de la Moncloa a causa de la desconfianza sobre Pedro Sánchez por sus promesas incumplidas de que no pactaría con Podemos "porque no podría dormir", y porque entre sus apoyos parlamentarios figuren partidos como Bildu con varios terroristas en sus listas, así como independentistas catalanes, y después además de polémicas como la que ha permitido la excarcelación de unos mil violadores y la permisividad con los okupas.
Pero al tratarse de unos comicios locales donde en muchos casos pesa más la persona que la ideología, los dirigentes menos dogmáticos y sectarios ahora en sus cargos son los que suman más opciones de seguir en ellos, aunque el turismo, a diferencia de en unas elecciones generales, se convierte en un factor decisivo para el voto.
De este modo, Baleares, Comunidad Valenciana y Canarias son las principales incógnitas a nivel autonómico, de igual modo que las alcaldías de Madrid, Barcelona y Sevilla serán las que determinen quién puede alzarse como ganador en clave nacional dentro de tres domingos.
Manejando la PROPAGANDA se puede lleva a un pueblo a elegir su ruina, su pobreza. Y en eso llevan las élites progres 40 años. Ahora toca demonizar el turismo (la última industria que le queda a España). Son demasiados, contaminan, afean el entorno. ¡¡qué bonita sería España sin turistas y sin españoles!! (aquí que cada nacionalista vierta sus odios eligiendo a la "región" a odiar).
El mundo como jardín para unas élites que se lo merecen todo.
Lo triste es que miles personas que sobreviven (lo de vivir lo dejamos para los tiempos del "desarrollismo facha") gracias al turismo, elijan vivir subsidiados sin futuro alguno.
Por el cambio climático...a comer gusanos que nos comerán luego
¿ " élites progres" ? no confunda progresismo con "ayatolismo". Muy peligroso el título de su mensaje.
¿ANTITURISMO? Pues sí, antiturismo es el sentimiento- si como sentimiento puede considerarse esa palabra - que produce el volver a visitar la ciudad de Barcelona tras haberlo hecho tres décadas atrás en la que Barcelona era una ciudad con encanto, y ahora encontrarnos con que lugares tan emblemáticos como son Las Ramblas, la Boqueria, o la Sagrada Familia se ven totalmente abarrotados de mareas humanas que nos hacen recordar aquello de que "los árboles no dejan ver el bosque". Y toda esa marabunda humana que invade y no deja ver la ciudad ni sus monumentos es consecuencia-como siempre suele ocurrir donde hay por medio el dinero- de la codicia desmedida de gentes que con tal de conseguir los huevos matan a la gallina. Sí, al antiturismo, pero no el sentido de acabar con el turismo, sino con la intención de preservar al esencia de la ciudad para permitir un turismo más humano y constructivo
El turismo es un bien y ha supuesto el progreso económico y social del litoral español y las islas. El problema es el exceso al que hemos llegado. Hoy en día es una plaga y las plagas hay que exterminarlas. España ha sido siempre un país de excesos, sin equilibrio: o nos pasamos o no llegamos, pero nunca somos equilibrados, como sí lo son otros países europeos.
Parece mentira que los técnicos y los políticos (a pesar de que estos últimos, de cualquier pelaje, son poco de fiar) no vean que es hora de replantearse el modelo. En conclusión: turismo, sí, pero con moderación, sin pretender que cada año vengan más y más.
Ha supuesto riqueza hace 30 y 40 años, y ahora precariedad.