El Instituto Nacional de Estadística (INE) publica los datos del número de viviendas turísticas en España. Entre agosto de 2020 y febrero de 2021, los anuncios de casas para alquiler vacacional han caído un 8,3% a nivel nacional, pasando de 321.496 a 294.698 en medio año: 26.798 menos (Macron usa el Covid para ir contra Booking y Airbnb).
Miles de pisos turísticos se quedaron completamente vacíos y muchos de sus propietarios optaron por destinarlos al alquiler tradicional, provocando que, a mayor oferta para residentes, los precios en grandes ciudades como Madrid o Barcelona han caído con fuerza en el último año, alrededor de un 10 y un 15% de media según Idealista.
Los precios siguen estando lejos del año 2013, cuando las rentas en Madrid y Barcelona comenzaron una escalada del 50 y del 60% de media hasta finales de 2019, y el desmadre con Airbnb arrancó precisamente hace ocho años, cuando decenas de miles de propietarios de viviendas optaron por ganar un poco más alquilando por días a turistas que por meses.
Estas estadísticas demuestran que el disparado encarecimiento del alquiler residencial en las ciudades más turísticas, como también Palma de Mallorca, Málaga, Valencia, Bilbao o Sevilla, se produjo porque, ante la ausencia de control de las autoridades, se permitió aumentar la demanda de inquilinos al incluir a turistas, a costa de reducir la oferta de casas para una cifra similar de residentes.
El 'boom' del alquiler turístico que auspició Airbnb tuvo vía libre ya que los gobernantes prefirieron mirar a otro lado pese a que este tipo de alojamiento vulneraba los planes urbanísticos que han delimitado las zonas entre residenciales, industriales, rústicas y turísticas (Los gobernantes turismofóbicos callan sobre el causante de la masificación).
Las viviendas para viajeros en solo cinco años han metido en el mercado las mismas camas que en la hotelería llevó 60 años regularizar, de modo que, además de dificultar en extremo el acceso a la vivienda para los residentes por dispararse los precios, también se masificaron muchas zonas céntricas, provocando el auge social de la turismofobia pese a ser el sustento económico de España.
España pasó en solo los cinco años entre 2012 y 2017 de recibir 57 millones de turistas extranjeros a 82 millones, lo que supuso una subida sin precedentes del 44 por ciento en ese periodo, según cálculos de Preferente, después de que para absorber esta demanda, Airbnb logró en pocos años que se regularizasen las mismas plazas turísticas que a los hoteleros les había llevado más de 60 años conseguir.
Las plazas de viviendas turísticas competían con ventaja respecto a las hoteleras, con mayores obligaciones legales y mayores cargas fiscales, y actualmente si existen cerca de un millón de plazas, repartidas más o menos a partes iguales entre viviendas y hoteles, a la creación de empleo le convendría indiscutiblemente privilegiar a las hoteleras, puesto que además estas no tienen otra posible fuente de ingresos como sí pueden los propietarios de viviendas con el alquiler a largo plazo.
Los hoteleros se han visto perjudicados por esta irrupción, pero en mucha menor medida que el conjunto de la ciudadanía que ha visto como uno de sus gastos más inexcusables se ha vuelto prohibitivo para una inmensa mayoría con menos recursos más limitados, tras explotar Airbnb en sus inicios muchas simpatías por perjudicar al hotelero, aunque finalmente se haya visto mucho más perjudicado el ciudadano más humilde.
Así, muchas voces abogan por que, para abaratar el precio de los alquileres, se hace necesario ampliar la oferta de vivienda residencial, además de que en este momento la prioridad económica es más que nunca la creación de empleo, y los hoteles son los mayores creadores de puestos de trabajo de toda la industria turística, además de generar muchos más ingresos a las arcas públicas con sus impuestos, y no tener en sus inmuebles alternativas para ingresar, a diferencia de que el alquiler vacacional puede volver al residencial (Más plazas ilegales en España que hoteleras este verano).
El problema no son las viviendas turísticas, son las viviendas turísticas ilegales, si todas declarasen sus impuestos no les sería rentable. El problema que han creado con permiso de las instituciones no es normal.
Air bnb al carajo
En México, AirBnB firmó convenio con el gobierno para pagar el llamado "Impuesto Hotelero" del 3%, con lo que ambas partes quedaron aparentemente satisfechas, aunque los hoteleros siguen en lucha contra las
"rentas vacacionales" que, en mi criterio, llegaron para quedarse. Me gustaría tener en México estadísticas sobre este tema similares a las que se mencionan en la nota comentada. Ojalá las tengamos algún día. La opacidad no es buena para nadie.
Si metes los ingresos de BNB en tu total del año llega hacienda y te la mete bien doblada con el IRPF. No interesa alquilar a turistas a menos que seas un pirata y no declares nada, que por desgracia es la mayoría. Ahí es donde deberían regular el proceso.