Una suma de factores amenaza a la industria turística con acercarla a una crisis de dimensión y duración aún desconocida, que puede ser pequeña y breve, aunque también más abultada y larga, tras el pánico mundial desatado por los contagios de coronavirus que han provocado la mayor cifra de cancelaciones de vuelos jamás registrada, con el cierre de las conexiones aéreas con el país más poblado del planeta como es China.
Los efectos de esta crisis sanitaria mundial ya se están sintiendo en todos los eslabones de la cadena turística, empezando por las agencias, que constatan un freno a las ventas por el temor social a la enfermedad, y siguiendo por supuesto por las aerolíneas, así como por los hoteles, que en algunos casos como el gigante Hilton ya han anunciado un gran impacto por este virus originado en China, mientras la cancelación de macrocongresos mundiales como el Mobile puede marcar una compleja tendencia para el resto.
Pero si por sí solo la cuarentena a nivel mundial por el virus también conocido como Covid-19 ya está haciendo temblar la estabilidad de los crecientes flujos turísticos, la industria afronta también a nivel planetario un fuerte impacto por la crisis del Boeing 737 Max, que tiene a más de 400 aviones en tierra y está haciendo pasarlas canutas a las aerolíneas para encontrar aviones disponibles en el mercado.
Los turoperadores que operan con vuelos charter también están padeciendo las dificultades derivadas de la escasez de aviones operativos hoy, por debajo de la demanda y que ha encarecido el valor de los que pueden operar hoy, en un negocio como es la aviación que está en la diana de los ecologistas por su contaminación, con un amplio respaldo social.
Porque junto al coronavirus y al Boeing 737 Max, la otra gran amenaza que sobrevuela al turismo es la demonización de los viajes que están impulsando los colectivos medioambientales, con un impacto ya apreciable en la actitud de las aerolíneas por mostrarse como más sostenibles, y en las actitudes de los políticos más populistas, como la alcaldesa de Barcelona.
La aviación comercial se ha convertido también en un espectáculo televisivo y mediático, como prueba el caso reciente del Boeing 767 de Air Canadá en Madrid, donde aterrizó sin problemas tras tener magullada una rueda y un motor averiado, aunque tras cuatro horas dando vueltas para quemar combustible.
Loa cruceros, junto a la ola de protestas por su contaminación, también están viéndose afectados por los brotes de enfermedades que dañan a su reputación al coincidir en los últimos días varios contagios masivos con amplia difusión en las pantallas de los ciudadanos de todo el planeta.
El descrédito y la exigente auditoría pública viene acompañada también de casos infundados de ‘Fake news’ como la campaña que sufrió hace unos meses República Dominicana y que se ha traducido en una bajada de varios meses en precios y ocupaciones en el destino, mientras en las playas caribeñas vecinas de México el golpe vino de la naturaleza con las oleadas de sargazo cubriendo las arenas durante semanas.
Y en España, por si ello fuera poco, las autoridades siguen buscando elevar impuestos al turismo, con el último caso de Canarias anhelando implantar una ‘ecotasa’, después de que también Baleares venga registrando caídas de turistas en los últimos meses al poco tiempo de duplicarla, coincidiendo ahora con la reciente quiebra de Thomas Cook, la incertidumbre del Brexit, y la desaceleración en el gran mercado alemán, donde la canciller Angela Merkel ha perdido a su sucesora.
Así, la industria turística afronta una confluencia de amenazas inédita --compuesta por una alarma sanitaria mundial; la escasez de aviones; la demonización social de los viajes; las ofensivas mediáticas exageradas y hasta falsas; las catástrofes climáticas; los impuestos a Sector; las quiebras de operadores y aerolíneas; y la inestabilidad política y desaceleración económica de los grandes mercados-- que hace vislumbrar como mínimo una contracción mundial para el negocio turístico.
Espero que el turismo doméstico, no tenga los mismos problemas, ya que entonces sería realmente una verdadera catástrofe.
la falta de aviones por el problema de Boeing, se compensará por la falta de demanda comentada en los otros puntos.
Un tema que a España le puede venir es que se potencie el turismo interno y el turismo regional, como ya está ocurriendo con las islas y los británicos.