Hay una isla totalmente aislada al mundo. Se llama La Centinela del Norte. Está a cincuenta kilómetros de un archipiélago al que se llega con tremendas dificultades porque está a mil kilómetros de tierra firme.
Allí vive una tribu, los Centinelas del Norte, que llevan 60 mil años aislados. Las autoridades de la India, país al que pertenece el archipiélago, protegen a esta tribu porque carece de inmunidad para la mayor parte de las enfermedades del mundo civilizado. Por eso, los guardacostas de la Marina vigilan permanentemente que nadie llegue a la isla.
Sin embargo, John Allen Chau, un turista americano de 27 años, vecino de Alabama (en la fotografía mientras viajaba por la región), se coló. En realidad, según admiten las autoridades, se habría colado más veces, sobornando a un pescador. En esta última ocasión, pagó unos 350 dólares para llegar a la isla. No regresó: de un certero flechazo, los indígenas acabaron con la vida de Chau.
Chau se declaraba a sí mismo misionero cristiano. La policía local dice que sí, que hablaba de Dios, pero que no era propiamente un misionero porque iba por libre. Más bien era un aventurero. En su página de Facebook y en entrevistas que había concedido hace unos años, se declaraba explorador. Decía que sea en los bosques que separan a Estados Unidos de Canadá, sea en las islas Andaman, que es el nombre del archipiélago al que pertenece La Centinela del Norte, o paseando por una ciudad, se sentía sobre todo explorador.
En el archipiélago hay otra tribu aislada, los Jarawas. Los Jarawas son la segunda tribu más aislada de Andamán. Habitan el centro y el sur de la isla principal y a través de su territorio pasa la carretera principal. Los turistas tienen prohibido bajarse de los coches o pararse en esa via. Pero no hace tanto, un periodista filmó a un policía obligando a unas mujeres jarawas a que bailaran para unos turistas. Otras tres tribus están mucho más abiertas al mundo.
Las autoridades indias mantienen políticas de protección para estas tribus, pero la presión del turismo es muy fuerte y la corrupción también es frecuente. A Andamán llegan anualmente unos 500 mil viajeros que, en buena medida, pretenden ser fotografiados con los indígenas, siguiendo los estereotipos culturales de los países de procedencia e ignorando totalmente los intereses de los locales.
Los mayoristas turísticos no conocen casos de excursiones para visitar a las tribus pero, pese a que no haya un negocio oficial masivo, sí hay muchos piratas que sobornando incluso a las autoridades, acceden a los lugares más protegidos, especialmente de los jarawas, que están en la isla principal.
El viaja a la Centinela del Norte es más raro porque la isla se encuentra a cincuenta kilómetros y porque hay mucha vigilancia. No obstante, la policía cree que Chau, por ejemplo, había estado en la isla cuatro veces antes de que, finalmente, muriera a manos de los locales.
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