El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la presidenta de Baleares, Francina Armengol; y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, están en manos del sector turístico para lograr su objetivos durante 2023, ya que la economía emerge como la principal preocupación de la ciudadanía y lo más determinante para elegir su voto en las elecciones autonómicas y municipales del próximo mayo, y las generales esperadas para final de ese año.
La inflación disparada está golpeando a toda la población, en especial por el coste de la energía y de los alimentos, así como de la vuelta al curso escolar para las familias. La bajada de impuestos para las clases vulnerables brota así como un caballo de batalla electoral. Y en Baleares, el encarecimiento de la vivienda representa el primer problema según las encuestas, en una preocupación ocasionada con el fomento del alquiler vacacional ilegal.
La estrategia de Sánchez en los últimos meses para crecer en los sondeos y en las urnas empezó por aferrarse al miedo a Vox antes de las elecciones andaluzas. En plena campaña intentó recurrir a la corrupción dando protagonismo a Villarejo. Tras el varapalo en el sur de España ha optado por referirse a "poderes ocultos" y a "señores del puro". Luego apuntó al "Ibex" como culpable de las penurias económicas de los españoles, y citó directamente el nombre de los presidentes de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, y del Banco Santander, Ana Botín.
Su antiguo asesor Ivan Redondo le había recomendado públicamente que ejerciera de "maverick" para replicar el perfil que le llevó al poder. Durante agosto, Sánchez encargó a sus ministros que a diario se desfondaran en desacreditar a Feijóo de todas las maneras. Además, ha reforzado su faceta más populista autoproclamándose como "gobierno de la gente". No obstante, sus intentos de "pisar más la calle" se han traducido en abucheos, ante la desconfianza ciudadana sobre su persona ante una catarata de mentiras, rectificaciones y contradicciones.
En contraste, el auge de Feijóo en las encuestas ha obedecido a un estilo diferente de hacer política. Ha preferido "la moderación y la racionalidad", ya que "no está aquí para insultar al presidente del Gobierno, sino para ganarle". Así, el líder de la Oposición, que gusta llamarse "la alternativa", ha optado por lanzar propuestas, y tender manos para haber llegado a varios acuerdos con un Ejecutivo sobre el que se ha centrado en su división interna.
La estrategia del PP para las andaluzas se basó en ocultar sus siglas, para captar al votante del PSOE irritado por el uso abusivo de los lujos públicos como mansiones oficiales y aviones privados cuando se defiende ser el partido de los más humildes. También sedujo al votante de la izquierda moderada presentándose como el antídoto más eficaz si lo que realmente importaba era frenar a Vox. Y para atraer al simpatizante de la formación más a la derecha se presentó como el mejor garante para echar a la izquierda de las instituciones, y para evitar gobiernos en coalición en aras de anteponer estabilidad.
Feijóo también ha mostrado un perfil más centrista en temas sociales, con mayor apertura a integrar la diversidad territorial y sus lenguas. Asimismo ha adoptado banderas de la izquierda como el feminismo, la ecología y el aborto. También ha propugnado una política económica con matices socialdemócratas como proponer rebajas fiscales a las clases más vulnerables. Y no ha tenido complejos en pactar con Vox en Castilla y León, o en mantener el edificio de la calle Génova, mientras ha criticado las cesiones a Bildu.
El presidente del PP ha basado al mismo tiempo su crecimiento en los sondeos en hacer suyas las propuestas de cada sector. En Turismo, por ejemplo, presentó en Benidorm un decálogo en el que se incluía una mayor dotación a los viajes del Imserso, y un PERTE específico para la industria líder del país. Así, ha parecido conectar más con las principales preocupaciones ciudadanas, y es percibido como más fiable frente al presidente del gobierno a quien se ve anteponiendo a cualquier precio su interés por el aura que da el poder.
En el último acto en Moncloa de este lunes que se ideó para aparentar conexión con la sociedad, los temas sobre los que le preguntaron fueron la obesidad, el feminismo, el cambio climático o las pensiones. No obstante, la población parece dar más prioridad a las dificultades económicas, que no han sido más dramáticas en aspectos como el desempleo gracias al buen hacer de los responsables del producto turístico en España.
En paralelo, en Baleares, la prensa advertía este domingo a Armengol que el curso político estaba "a examen": "Masificación, vivienda y la falta de tren marcarán la carrera hasta las elecciones". Precisamente la masificación se debe a la permisividad con que en sus siete años que lleva en el gobierno se haya disparado la oferta ilegal, de igual modo que este motivo ha complicado sobremanera el acceso a la vivienda a los locales.
Baleares contaba en 2014 con unas 200.000 habitaciones hoteleras, una cifra que se ha mantenido similar hasta este año, con un leve aumento que ronda los 10.000 cuartos. Sin embargo, la cifra de turistas que en 2014 recibió el archipiélago fue de 15,9 millones, frente a los 20,6 millones de 2019, un año con una cantidad que se espera que sea similar a la de este 2022. Así, el crecimiento desde entonces en la cantidad de viajeros ha sido casi del 30%, concretamente del 29,5 por ciento (El ecologismo admite haber errado en apoyar el alquiler vacacional).
Armengol, que asegura temer más a Feijóo que a su rival en las islas, accedió al cargo en el verano de 2015, con la promesa de cambiar el modelo turístico hacia uno de mayor calidad frente al de cantidad, para privilegiar a los más ricos frente al viajero más pobre. No obstante, en estos más de siete años de mandato la cifra de turistas se ha disparado pese a que la oferta reglada de alojamientos se ha mantenido prácticamente estable.
Según los datos oficiales de la comunidad autónoma consultados por Preferente, la ocupación media hotelera en 2014 fue del 74,2 por ciento, mientras que el 2019 fue del 75,7 por ciento, de modo que la oferta de alojamientos que ha tenido que absorber el crecimiento de turistas solo ha podido ser la ilegal del alquiler vacacional que tuvo su boom desde 2015 al calor de Airbnb y que ha tenido la alfombra roja de las autoridades desde entonces (El alquiler vacacional, una plaga por prejuicios ideológicos).
El motivo de esa permisividad, como han reconocido los simpatizantes del gobierno autonómico, es que ese momento se pensaba que dar manga ancha a que se propagase Airbnb iba a perjudicar a los hoteleros, aún sin plantearse si se iba a golpear todavía más al conjunto de la ciudadanía, ya que el modelo de corta estancia "democratizaba el turismo", como reconoció hace unos días el presidente del lobby ecologista GOB, Amadeu Corbera.
Corbera reconoció su error de entonces puesto que ha traído como principal consecuencia que se haya disparado el precio de la vivienda, ya que una parte del parque de casas que se destinaba a un uso residencial pasó a destinarse al turístico, y las dificultades de acceso a la vivienda para los locales se ha convertido hoy en la principal preocupación de los ciudadanos.
Los privilegios a este tipo de alojamiento persisten como se prueba en que el huésped del alquiler vacacional sigue sin estar obligado a abonar la ecotasa, a diferencia del que se aloja en un hotel. Además, el alquiler vacacional, al hacer un uso turístico en zonas que en los planes urbanísticos están delimitadas para usos residencial, rústicos o industriales, han alterado la convivencia, y desnaturalizado zonas emblemáticas de las ciudades al expulsar a los residentes.
Así, el Turismo, que tiene como otro de sus grandes retos el de la absorción de Air Europa (Globalia) por parte de Iberia, será decisivo en 2023 para que Sánchez, Feijóo y Armengol logren sus objetivos electorales. La próxima Ley de la vivienda es una de las primeras oportunidades para reducir la masificación y la turismofobia, a la vez que facilitar el acceso a un hogar para los residentes, y fomentar la creación de impuestos y la recaudación fiscal.
--La era Armengol dispara un 30% el turismo pese a las mismas camas hoteleras
Albeeto! Alberto! Alberto! Eo eo eo . Jajaja donde estaria el sector si el PP hubuera gestionado la pandemia y la crisis energetica.
Nunca lo sabremos
Por un perro había que quitar el gobierno pero por cien mil muertos no pasa nada
Por 6 euros que subió Rajoy en la luz se moriría la gente de frío pero si multiplicas el recibo por dos no pasa nada
El que gobierna es responsable dependiendo del partido que sea
¿Ha habido muerto? No tenía noticia.
ARMENGOL..no se muerde a quien te da de comer...te has vanagloriado en tus redes sociales de poco paro...pero ha sido gracias al turismo no a tus inventos y proyectos de humo antiturismo
El PP la unica politica que conoce es bajar impuestos. Que es como el balsamo de fierabras que todo lo cura.