No va a tardar mucho para que hasta los sindicatos terminen por reconocer que las cosas ya no están yendo tan mal como iban. Será difícil hacerse a la idea de que en este tiempo se haya podido producir un cambio tan radical en las expectativas de este país pero, afortunadamente, así parece que está sucediendo. Pese a ello, aún quedarán muchos puntos inciertos respecto del futuro, en todos los aspectos, sobre todo en el político, lo cual no es asunto de este artículo.
Sin embargo, estos seis años de crisis habrán demostrado de nuevo que de todos los sectores económicos del país el turismo es el que mejor resiste los embates, el que más empleo mantiene, el que mejor enfrenta la adversidad. El más resistente. Ya había sucedido en los noventa, cuando tras los fastos del quinto centenario, llegó una recesión que parecía definitiva y profunda. Entonces también, pese a la crisis alemana derivada de la unificación, el turismo no sólo no retrocedió, sino que hasta compensó parcialmente la caída de otros sectores, como la industria, el comercio y la agricultura.
Esta resistencia del turismo para soportar los embates de una economía que da bandazos de acuerdo a sus debilidades estructurales, exige de una vez por todas que el Gobierno, este y cualquier otro, empiecen a dar al turismo un trato acorde con su aportación a la economía. Quien representa aproximadamente el 11 por ciento de la economía, tanto en términos de aportación de PIB como de empleo (importantísimo el detalle de los puestos de trabajo), no puede seguir presente en el Consejo de Ministros mediante un representante a título parcial (junto con la Industria, la Energía) y mediante una secretaría que ni siquiera es de Estado.
El papel del turismo en la economía española ha sido objeto de demandas por parte de los protagonistas, pero tras esta crisis es evidente que requiere una reformulación urgente. España, un país que depende de este sector como de pocos otros, no puede continuar sin que su turismo tenga políticas a largo plazo, trabajadas en un marco parlamentario suprapartidista; no debe seguir teniendo una descentralización urbanística que permita el caos en el crecimiento de la oferta; no tendría que aproximarse a la existencia de 17 legislaciones diferentes sino a una norma que admita las variantes locales explicables y lógicas en un territorio tan diferente. España debe invertir mucho más en su marca turística, en las garantías que da al cliente, en la presencia en los mercados emisores.
Sin embargo, el turismo vacacional español, la rama de esta actividad que de nuevo ha demostrado su poder de resistencia a las dificultades económicas, sigue relativamente ignorado. En términos generales, da la impresión de que Madrid cree que el turismo es el viaje de miles de españoles desde las ciudades a la costa, como solemos ver en los telediarios, fundamentalmente en los meses de julio y agosto. Por supuesto, este turismo no sólo existe, sino que es importante, pero no es todo, ni siquiera es lo más cuantioso. España tiene en Alemania y Gran Bretaña la mina de su turismo, que en la Península y Baleares viajan entre marzo y noviembre y en Canarias todo el año, y que aportan empleo, recursos, y riqueza.
Este turismo ha vuelto a funcionar en un momento difícil, pero sería fundamental que el Gobierno recordara que en buena medida esto se ha debido a los problemas de nuestros competidores, como oportunamente ha declarado el ministro Soria y que no siempre hemos de vivir de los fracasos ajenos. Es verdad que el ministro Soria conoce la materia que tiene entre manos, pero esto no basta. Es el Gobierno en su conjunto el que tiene que entender que España depende del turismo y que el turismo es un sector con infinidad de cualidades que hay que cuidar: da empleo, depende del exterior, no requiere de subvenciones y es exportador.
Más allá de los datos positivos de estos años, no hay que engañarse del trato que en conjunto le damos al turismo: cada autonomía, quizás con buena intención, lleva a cabo su política, a veces opuesta a la de sus vecinos; cada ayuntamiento, también quizás con razón, aplica sus políticas; cada uno promociona por su cuenta, porque quiere vender su diversidad, su diferencia, porque en parte el turismo es una herramienta para la diferenciación política a la que nuestras autonomías son tan dadas.
Pero, sin embargo, la reconversión de nuestras zonas turísticas caducas, que son tantas, no se emprende; los recursos necesarios para renovar nuestra oferta no están disponibles (ahora menos que nunca) y, en definitiva, los inversores privados, que son los que deberían asumir nuestro reposicionamiento internacional, encuentran que el retorno de las inversiones turísticas en España es bajo y, por lo tanto, no aconsejable. Mientras nuestras autonomías se pelean entre sí, la inversión clave para nuestro futuro, no llega. Y el Gobierno, que debería aportar esta visión macroeconómica de nuestros problemas, bastante tiene que limitar los daños de la dispersión de competencias.
Más voz para el turismo equivale a más gestión estratégica para un sector que es clave para nuestra economía, para nuestra sociedad, crítico en algunas regiones costeras del país. Esta crisis ha demostrado la importancia que tiene introducir un cambio en la manera en que la política española enfoca estas cuestiones.
el turismo resiste... y una mierda, los hechos son que los grandes del sector han desaparecido, dejando miles de parados con una esperanza de trabajo precaria y un futuro en España más que jodido
A lo mejor es que los tt.oo y las aa.vv., no somos de la familia del sector del turismo, siempre hoteleros, restaurantes, salas de fiestas y algún transportista eso si,siempre local. Los que llegamos somos forasteros
los demás debemos ser simples comisionistas - intermediarios, pero no es ninguna casualidad que nunca aparace en estas noticias alguna opinión de alguién con prestigio en el sector de tt.oo y aa.vv. pues tenemos nuestra opinión y coincide poco con la prensa
Tanto grupo
Desgraciadamente no tenéis ni idea de la realidad. Puede ser que los propietarios de las grandes cadenas y hoteleros independientes hayan conseguido capear la crísis, pero la realidad es que los trabajadores del gremio estamos más en precario que nunca. Salarios mínimos de 700 euros mensuales. Contratos becarios sustituyendo a indefinidos. Miles de personas con contratos de tres meses con los que intentar mal vivir durante los 9 meses restantes. Horas infinitas de curro con la espada de damocles sobre la cabeza y la amenaza de que si no las cumples otros lo harán por tí. Esclavitud como nunca para TODOS los trabajadores del sector, sean hoteles, mayoristas o AAVV. Los propietarios son los nuevos negreros del Siglo XXI. Bajadas de salarios a diestro y siniestro. Despidos objetivos y sin contemplaciones para todos los fijos e indefinidos.... Esto es la consecuencia real del nuevo decreto de regulación laboral español. Más pobres, más paro, más intolerancia, que ha hecho a unos ricos más ricos. Hasta los turistas nos tratan como escoria. Sino es así y alguien no me cree, que vengan a Mallorca y nos vean trabajar de sol a sol y el trato que recibimos por parte de la propiedad y de algún que otro hijo de su madre de Director, y lo peor y traducción literal de TODOS los clientes sea cual sea su nacionalidad a los que además de trato vejatorio hacia todos nosotros les hemos de sonreir. Se mofan del orden, de las normas, de la policía y en definitiva de lis esoañoles. Los trabajadores del sector turismo desde Directores hasta botones somos los nuevos esclavos del Siglo XXI.
Si sí, señores Rajoy y Soria, como uña y carne. Se ve que quieren que el sector que mejor resiste a la crisis salga adelante, por eso quieren sacar petróleo de las costas canarias para cargárselas de una vez por todas, sabiendo que es una zona volcánica, habiendo más riesgo de fugas de crudo por los movimientos sísmicos que pudieran haber.... Ya de Rajoy no digo nada, pero del Sr. Soria ( que es canario ), se ha ganado el malestar de todos los canarios. Traidor de su pueblo, por no respetar el continuo clamor que su pueblo pide para sus mares e intereses, rechazando las prospecciones.