Un rincón español que gracias al turismo no conoce la crisis

Nada de barullos, ni engaños, ni creatividad en el vocabulario: el paro aquí sí ha bajado de verdad; el empleo ha subido en términos reales; incluso el periódico local, de tendencia progresista, no tiene más remedio que reconocer que la reforma laboral ha provocado una subida de los contratos indefinidos del 22 por ciento, el ritmo más alto que se recuerda desde antes de la crisis. La economía local crece, pero no sólo hoy sino que lo hacía en el 2011, cuando en el resto del país las cosas iban de mal en peor. Y crece ni más ni menos que un 1.7 por ciento, que no es una velocidad china, pero que en España destaca de forma sorprendente. Es una isla en el país, cuyo poder económico es tal que hasta corrige al alza los datos del conjunto de la autonomía a la que pertenece. Y todo por el turismo, que va como nunca jamás (11 por ciento más de viajeros en el 2011, por ejemplo). Es Ibiza, la isla que ha pasado de ser un icono hippie a un símbolo de vacaciones musicales.

La isla pitiusa, que tiene poco más de cien mil habitantes, había sido objeto de toda clase de predicciones catastrofistas por quienes la calificaron como hiperdesarrollista; no en vano, en el Parlamento regional, se suele citar como modelo a Menorca, donde hay más equilibrio, donde se conserva más agricultura, donde no se depende tan fuertemente del turismo. Pero, en cambio, ha sido Ibiza la que ha superado la crisis y va viento en popa. Y todo de la mano de un puñado de empresas de ocio, que ha convertido a la isla en un icono mundial de la música.

Nunca su aeropuerto había tenido tantos vuelos, nunca se había pagado tan caro un hotel en la isla. Ibiza, con una fórmula de turismo vinculado a la música, no sólo ha logrado superar el bache, sino que crece, crea empleo y funciona de forma envidiable. Es un éxito que no tiene comparación.

Y, al frente de ese éxito, reconocido incluso por sus numerosos enemigos, las empresas de Abel Matutes (con la marca Usuahia como emblema), que ha creado un mundo turístico al que recientemente le ha incorporado la música y una serie de conceptos avanzados, basados en el marketing más moderno, que han tenido un éxito sin par.

La consecuencia de esta situación, que arrastra al resto de la economía, es que en Ibiza las cosas funcionan. Los contratos laborales suben como nunca. Veamos: en abril de este año, por ejemplo, hubo 33 mil nuevos contratos, lo que significa un 16 por ciento más que el mismo mes del año anterior. Por supuesto, supera a la media de Baleares y, naturalmente, a la del conjunto de España.

La situación ibicenca no tiene comparación con Mallorca o con Menorca, donde la economía va un poco mejor que en el conjunto de España, pero muy por detrás de Ibiza.

La razón del milagro es la apuesta innovadora de la hostelería de la isla, la potenciación de la imagen de la isla, su asociación con la música electrónica, y su apuesta por la exclusividad, que es manifiesta en ciertos hoteles y sobre todo en la oferta de discotecas. Un fenómeno sin par, que convierten a la isla en un caso incomparable en España.