Por Gabriel Hilton
Madrid. 29/11/10.- No hizo el ridículo, pero poco le faltó. Hidalgo puso la nota esperpéntica en la cumbre del presidente Zapatero con los grandes empresarios españoles. Menos mal que Sebastián Escarrer y Carmen Riu dejaron a la representación turística en un buen lugar. El presidente de Iberia no habló. Mejor estar callado que hacerse el gracioso. O decir chorradas en medio de un encuentro al más altísimo nivel.
“Cosas de Pepe, a las que nadie da importancia pero que están fuera de lugar en una cumbre convocada para solventar los serios problemas por los que atraviesa nuestro país”, comentó uno de los asistentes a la reunión a un colega, vía telefónica y a media tarde del sábado. “Pero Sebastián y Carmen hablaron, conste, de cosas que nada tenían que ver con el sector turístico, eh”, recalcó.
Hidalgo removió cielo y tierra para estar en la Moncloa. Cuando vio que no se encontraba en la lista, llamó a altos cargos del Gobierno. Se habla sobre todo de José Blanco y Joan Mesquida, pero especialmente de Rubalcaba. El político más poderoso del país tiene bastante relación con Hidalgo desde hace tiempo: está casado con una cuñada del fallecido y quien fuera su mejor amigo hasta su muerte, Tato Goya.
El presidente de Globalia tenía prevista una reunión ese mismo sábado en Palma para tratar un asunto de gran trascendencia empresarial, tal como adelantó —en clave, pero fácil de entender— mallorcadiario.com. Sin embargo la canceló para estar a toda costa en la Moncloa. El asunto de Palma es serio, hasta el punto de que le ha surgido otro pleito más. Pero esta vez con la razón de su parte.
Total, que el empresario que más defiende a Zapatero, el que dice que es el mejor presidente de la democracia, logró colarse en la cumbre del G-37. Y llegó sonriendo a la Moncloa a la par que Florentino Pérez, con el que no hace buenas migas —lo verán poco por el palco del Bernabeu, nunca— y lo sentaron al lado de otro empresario que también se quejó por haber sido excluido de la reunión.
Y con este empresario, Salvador Alemany, presidente de Abertis —red de autopistas del Mediterráneo— y uno de los más acérrimos defensores del Estatut, departió mientras se hacían las fotos. Antes había saludado a Sebastián Escarrer y Carmen Riu, quienes también llegaron juntos a la Moncloa (ella más elegante que nunca y él muy plantoso y estilizado). Globalia, Sol Meliá y Riu juntos pero no revueltos.
Y avanzada la reunión, Juan José Hidalgo Acera pide la palabra y en tono distendido viene a decir, para darle un toque made in Pepe Aviones, que el encuentro es positivo pero que no pasa nada y que el turismo va como la seda. El vicepresidente de Sol Meliá y la consejera delegada de Riu, situados uno enfrente del otro mesa en forma de U, se miran más anonadados que sorprendidos. Cosas de Pepe…
Hidalgo comenta como el que no quiere la cosa que a él le va bien —no menciona los resultados de los hoteles, ni del touroperador, obviamente— y que el problema radica en los controladores, los pilotos y Aena. Y lo dicho: que no percibía la crisis —ojo a los resultados de Be Life y Travelplan— y que por eso no entendía el motivo de la convocatoria. Y es cuando Botín frunce el ceño.
Nada que ver la intervención del presidente de Globalia con la del BBVA, Francisco González, quien educada pero contundentemente le cantó las cuarenta al anfitrión. Hidalgo no podía decirle a un presidente de Gobierno que tanto ha ayudado a Air Europa -transporte de tropas, de subsaharianos, rutas transoceánicas, Maleni, Pepiño…- que hay que meter el tijeretazo hoy en vez de mañana.
Para decir sus ocurrencias fue a la Moncloa. Consiguió alguna risitas de algún que otro complaciente zapaterista —ninguno como él— y poco más. O sea, el nivel esperado. El polo opuesto al vicepresidente de Sol Meliá y la consejera de Riu Hotels, que hablaron de otros temas al margen de la primera industria. Pues la ocasión era espléndida para reivindicar las carencias de la sociedad.
El mayor de los Escarrer, quien tuvo sentado a su izquierda al presidente de Telecinco —con una intervención de poca altura: incrementar la política de comunicación— reclamó mejoras en el turismo pero puso énfasis en los elevados gastos de las comunidades y de las televisiones autonómicas. Para nada atacó al ministro Sebastián, aunque siga molesto por quitarle rango a Turismo.
El día anterior a la cumbre, Sebastián Escarrer llamó a colegas para consensuar su intervención. ¿Habló con el presidente de Iberostar de las duplicidades de las televisiones públicas y las instituciones? Carmen Riu, invitada también in extremis para compensar la presencia de Hidalgo y colocada en un extremo de la mesa, pidió una profunda mejora del sistema de formación.
Hidalgo es como es y sus colegas son como son. Y las peras no pueden dar manzanas. Es muy comprensible la complicidad del salmantino con el leonés: hablan el mismo lenguaje.
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