Atracción personal

Por Fernando Urrea

25/1/11.- Hay un destino llamado Madrid que lleva varios años batiendo cifras de visitantes, con resultados siempre por encima de la media global de España y de cualquier destino español. Que consiga ya casi ocho millones de turistas, cuatro de ellos procedentes de países extranjeros, ya no es posible justificarlo por tener la capitalidad política, administrativa, del asociacionismo empresarial y la comunidad puntera en inversiones. Tiene que haber algo más. Ni los cuatro millones de españoles ni los cuatro millones de extranjeros visitan y pernoctan en Madrid por negocios o trámites, que la estadística no incluye las decenas de miles de personas que diariamente llegan por la mañana y se van al terminar el día. Madrid es un polo turístico que se mantiene y renueva todos los días del año por todas esas cosas que hacen atractiva una estancia motivada por el deseo de conocer: monumentos, historia, arte, cultura, entornos interesantes, gastronomías, espectáculos, compras… Pero hay un factor que el presidente de los hoteleros ha destacado como fundamental: el trato que los madrileños dispensan al turista, que hace bueno aquello de que en Madrid nadie se siente forastero. En otras comunidades y zonas turísticas, sí se siente y, además, siente eso que recriminaba Fraga hace ya muchos años: “Al ave de paso, cañazo”. Cuando el turista y sus gustos están en proceso de cambio, cuando el turismo urbano con movilidad en los alrededores se abre paso, cuando el viajero quiere combinar descanso, trabajo, participación y ocio alargando estancia, cuando aumentan las escapadas cortas y de fin de semana, Madrid es un ejemplo de adaptación. Pero conviene insistir en que el factor humano, esa atracción personal, es fundamental en la repetición y en la divulgación del destino.