Por Fernando UrreaÂ
No satisfechos con la compra de Spanair, empresarios catalanes apoyados por la Generalitat quieren aventurarse a la creación de una compañÃa aérea de bajo coste para rutas internacionales. No tendrÃa nada de extraño si un portavoz no hubiera declarado públicamente que el objetivo es no pasar por Madrid. No quieren más peaje en el paso por Barajas. No quieren más dependencia del aeropuerto central, el que tiene la inmensa mayorÃa de los vuelos intercontinentales. Madrid se atraganta. Un grupo de empresarios, aunque estén aglutinados polÃticamente por un ex presidente catalán, tiene toda la legitimidad de desarrollar un proyecto comercial para potenciar el Prat, su aeropuerto de referencia y dinamizar económicamente la región con vuelos directos, pero cuando interviene el dinero público y, además, los proyectos tienen un tufillo de rechazo a lo que simboliza Barajas, de independencia de los organismos estatales con la reivindicación del control y la gestión total de los aeropuertos autonómicos, de objetivos polÃticos, entonces es cuando se produce una colisión entre intereses, ideologÃas y sentido de Estado. Y resulta chocante que no hayan cambiado el nombre a la compañÃa. TodavÃa se llama SPANair. UN poco de cordura no irÃa mal.
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