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EDICIÓN ESPAÑA

Creo Quod habes, et habes

Tomás CanoPor Tomás Cano 

Palma. 19/05/10.- Durante toda mi vida me han seguido estas palabras de Erasmo: “Cree que lo tienes y lo tendrás”. Sólo he vivido para y por la aviación, lo siento desde lo más profundo de mi ser por mi familia. Muchas veces tengo la extraña sensación de que han estado conmigo como el viajero que lleva consigo una maleta, que le tiene afecto y la cuida con esmero y no sabe ir a ninguna parte sin ella. Triste sería si fuera cierto o eso creo.

 

Pero me pregunto: “Esto que les he dado, ¿es lo que se merecen?” Creo que no, estoy en un mar de dudas. Hace unos días visitaba el camposanto dónde reposan mis padres y, biblia en mano rezaba por aquellos que había metido en esa extraña “maleta”, que me acompaña en la vida y que la abandonaron tiempo atrás. Cuando terminé el rezo, me acerqué con lagrimas en los ojos y besé la piedra donde un día dejé para siempre a mi padre y madre; fue un beso frío, qué puede darme la piedra sino más que frío, y de pronto encontré a faltar sus besos, esos besos de calor de padres, de calor humano y me dí cuenta de cuánto les echaba de menos y extrañaba mi niñez.

 

Hace años que sostengo una lucha interna con el hombre que soy, cosa que creo es  corriente por lo demás en un hombre o mujer, por saber si lo que uno hace o ha hecho ha merecido la pena, o como decía el poeta, si ese hombre vale algo.

La vida no es más que una continua lucha para todos y mi alma y corazón se debaten en ella. Mi alma porque le es difícil comprender y aplicar palabras como: “Da a quien te pida y no vuelvas la espalda al que desea que le prestes algo”. Cristo, nos ha puesto unos deberes diarios muy difíciles de cumplir: “Pedid y se os dará, buscad y hallareis; llamad y se os abrirá”.

 

En cambio mi corazón sigue sin entender o comprender las verdades, que envuelven las palabras de La Bruyere: “No debemos quejarnos de los hombres por su rudeza, su ingratitud, su injusticia, su arrogancia, su amor a sí mismos, o su olvido de los demás: están hechos así. Tal es su naturaleza. Irritarse contra ellos es como censurar a la piedra porque cae o al fuego porque quema”.

 

A pesar de todo mi alma y mi corazón se funden en una sola forma de ver la vida, a veces y en algunos instantes pienso que el hombre se eleva, por encima de todo, por su sabiduría e inteligencia, pero al final no es más hombre, más que por su corazón.

 

Creo que es bueno hacerse preguntas sobre la vida y nuestros semejantes, pero al final, lo único que persiste, es el hecho de que el hombre debe soportar todo lo que la vida le haga llegar, con coraje de corazón y sobre todo una sonrisa en los labios; la sonrisa siempre es una espada. Por el contrario, si no es capaz de enfocar la vida de esta forma, no es un hombre.


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