El Imserso tiene los años contados

Por Marga Albertí

25/3/11.- El programa de vacaciones del Imserso corre el mismo riesgo que España respecto del mercado alemán: en unas cuantas generaciones, ya no despertará el mismo interés que ahora y quedará como otro intento fallido de estimular la demanda turística. Resulta impopular decirlo en este momento, cuando es un éxito rotundo y a muchos hoteleros les salva el invierno, pero es la verdad. Un español nacido en la década de los 30 o de los 40 tiene poco que ver con las generaciones posteriores a la Transición, para las que viajar no es ninguna novedad, y menos por España. Hasta ahora el Imserso se ha beneficiado de un cliente que por razones históricas jamás habría imaginado una vejez tan entretenida. Cuántos jubilados habrán subido al avión por primera vez gracias a estos viajes. En cambio, a cualquiera que hoy se lamenta del aburrimiento intrínseco que le produce la perspectiva de un vuelo intercontinental es difícil imaginarlo en su vejez ilusionado con un viajecito a Torremolinos. Y no hace falta irse tan lejos. Nuestros jubilados de hoy se han acostumbrado al chollo y ya empiezan a verle defectos al programa, y refunfuñan porque el hotel está demasiado apartado, o la comida es monótona, o porque se aburren, o porque hace demasiado frío. Es ley de vida, se supone. Los inconvenientes se imponen a las ventajas de unos viajes que ya quisieran para sí muchas familias de adultos de mediana edad. Es difícil imaginar cómo será el turismo dentro de veinte años, quizá podamos teletransportarnos o crear hologramas y vivir vacaciones virtuales. Lo que es seguro es que los viajes del Imserso serán historia antigua. No sé qué segmentos cubrirán las necesidades del mercado doméstico, pero no serán los jubilados españoles. Y seguramente los alemanes tampoco.