Por Miguel Mesquida
No había que ser un observador muy sutil para llegar a la conclusión, incluso desde la distancia, de que la conversación que el Rey don Juan Carlos mantenía con el empresario Miguel Fluxá era algo más que un mero diálogo cortés y protocolario, y no sólo por su larga duración sino que, sobre todo, por los rictus que ambos mostraban. Y es que entre tanta obra de arte y en medio de gente de tanto relumbrón, el monarca y el hotelero charlaban con detenimiento sobre un tema que sin duda debía ser importante, incluso trascendente. El que dos personas tan joviales, tan extrovertidas y tan desinhibidas como son don Juan Carlos y Miguel Fluxá conversaran los dos solos, en un aparte, seguro que se debía a que trataban un asunto de cierta enjundia. ¿De qué hablarían con tanta seriedad uno y otro? Fue entonces cuando los más curiosos recurrieron a un íntimo del presidente de Iberostar para que indagara acerca del contenido de una conversación que restaba protagonismo al acto: la reinauguración de unos jardines que en Mallorca sólo encuentra parangón en los de Ses Tanques. ¿Algún mensaje de Estado? Sea lo que fuere, el aparte del Rey con Fluxá llamó la atención. Y si no es porque Cortina, Alcocer y Fierro se fueron acercando a los dos como los que ni quieren la cosa, la plática entre Su Majestad el Rey y el grande de los hoteles de España y allende los mares hubiera durado aún más tiempo.
(Este encuentro tuvo lugar durante la reinauguración de los jardines de la Casa March, en Cala Rajada, Mallorca. Ver noticia: mallorcadiario.com)
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