Por Vivi Hinojosa
Madrid. 29/04/2011.- Cuando aún se desconoce la autoría del atentado de Marrakech, el objetivo sí está claro: atacar a la principal fuente de ingresos de la economía marroquí con un golpe de efecto en su centro neurálgico, el foco turístico de su primer destino, para atemorizar a sus potenciales visitantes con el fin de que cambien de destino e inferir importantes pérdidas en sus entradas de divisas. Y ya de paso, evitar con su visita la llegada de vientos reformistas a su vida social y política. Al menos su ministro de Comunicación y portavoz del Gobierno, Jalid Naciri, ya ha advertido que “el proceso de reformas políticas en Marruecos está en marcha y no será puesto en duda, en contraposición a estas tentativas de desestabilización”.
Contra ellas nosotros, los turistas, también podemos ejercer una postura firme de condena y rechazo, que no es otra que la de visitar Marrakech justo ahora, negándoles a los terroristas el derecho a decidir el destino de nuestras vacaciones. Los españoles, más que ningún otro mercado, sabemos por experiencia que las amenazas terroristas se esconden hasta en los lugares más bucólicos. En ningún sitio estamos plenamente a salvo de no vernos afectados por un hecho semejante, así que insisto: es el momento de viajar a Marruecos para demostrar a los asesinos que no van a lograr su objetivo amedrentándonos. Es el momento de estar, más que nunca, con el pueblo marroquí y no dejarnos llevar por el miedo, que es lo que quieren conseguir los terroristas. Los expertos siempre hablan de que el turismo es muy miedoso, aunque de rápida recuperación. Esperemos que en esta ocasión la recuperación sea lo más veloz posible.
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