Por Marga Albertí
30/8/10.- Los empresarios del litoral catalán han echado un jarro de agua fría sobre los ‘brotes verdes’ de la estadística oficial: según ellos, en Cataluña los precios hoteleros no sólo no han aumentado un 2,3%, sino que si se ha conseguido una alta ocupación en agosto ha sido en exclusiva mediante la aplicación de ofertas agresivas. Lo dicen quienes están en primera línea de batalla y habrá que escucharles. De modo que o bien el indicador del Ministerio está mal calculado o es demasiado tosco para representar adecuadamente lo que está ocurriendo, una desventaja que suele atribuirse a la media aritmética cuando los datos de los que se sirve son demasiado dispersos. O bien, tercera posibilidad, el indicador no mide lo que dice medir. No es la primera vez que desde uno u otro ámbito se cuestiona la fiabilidad de los datos del Instituto de Estudios Turísticos. La encuesta Familitur registra los viajes realizados por los españoles en un sentido tan amplio que resulta dudoso extraer conclusiones definidas sobre la evolución del sector. Saber que en 2009 los españoles realizamos 17,1 millones de viajes es de indudable interés sociológico pero dice poco acerca del comportamiento del sector, dado que el turismo sólo fue el motivo principal en un 54% de casos. La encuesta Frontur, considerada instrumento básico de la observación estadística oficial, recoge únicamente el destino principal de los turistas extranjeros, que en muchas ocasiones no será único. La de gasto turístico, Egatur, no deja de ser una encuesta de actitudes y depende, por anónima que sea, de lo que el visitante quiera contarnos sobre su economía doméstica. Así no es raro que los datos oficiales sean difíciles de creer, cuando no abiertamente irreales, y que al compararlos con los de organismos privados -que hoy en día no escasean precisamente- los resultados no se superpongan y nadie sepa a qué atenerse.
Metodologías aparte, hay una cuarta posibilidad muy útil para restaurar la confianza: la estadística maquillada. Resiste las muchas lecciones que nos ha dado la crisis (y las que nos quedan) y seguramente a ella se enfrentan los hoteleros catalanes. Para combatirla hacen falta fuertes baños de realidad tipo cualquier feria sectorial en Londres, Berlín o Madrid de los últimos dos años. Para la primera ya no falta tanto.
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