Por Paco Aliaga
23/07/10.- El otro día, el ministro de Fomento, José Blanco, calificó al turismo de “motor de la economía española”. Cuando Blanco hace una manifestación de esta categoría y trascendencia está reflejando el sentir del Gobierno. Este Gobierno, emplazado por el Congreso y por la necesidad ineludible de recortar gastos, tiene la obligación de remodelar la Administración central eliminando organismos y agrupando otros, porque en una estructura estatal basada en las autonomías y con la inmensa mayoría de competencias cedidas, es absurdo que se mantengan ministerios, subsecretarias o secretarías de Estado sin contenido o bajo mínimos operativos. Pero, claro, lo nuestro que no lo toquen. Y lo nuestro, según cada caso, puede ser vivienda, igualdad, comercio, industria, energía… o turismo. Las autonomías tienen las competencias de turismo, pero ahí está Turespaña para las grandes campañas generalistas y de imagen de España, los convenios promocionales, los planes de excelencia y de remodelación integral. Y ahí está el Gobierno para las grandes decisiones sobre infraestructuras, servicios, fiscalidad, política laboral, líneas de crédito oficial, etcétera. El turismo autonómico necesita de la complicidad estatal y, en lo que ahora no ocupa, no importa si sigue Mesquida o si hay cambio de secretaría de Estado a secretaría general. Si me apuran, prefiero el Ministerio de Turismo en solitario, porque lo importante no es que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones. El turismo español, su situación y sus retos ineludibles para ganar en competitividad y rentabilidad, necesita de alguien con peso que recuerde en cada Consejo de Ministros que el turismo es “el motor de la economía española”.
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