Por Fernando Urrea
23/11/10.- La expresión latina horror vacui, que en arte y ciencia se ha empleado mucho para analizar el miedo al vacío en determinados estilos pictóricos y arquitectónicos, ha sido trasladada en titular mundo del turismo por una avispada periodista malagueña para reflejar el ánimo de muchos hoteleros que venden a precios que rozan el límite de la rentabilidad. Siguen la frase obvia, pero engañosa: la cama que hoy no se ocupe es una pérdida irrecuperable. La ocupación hotelera ha subido en octubre en la Costa del Sol, en Baleares, en toda la España turística, pero con una bajada de precios en proporción inversa. La justificación de los bajos precios es que los contratos se hicieron a principio de año, cuando más golpeaba la crisis, cuando los touroperadores trazaban un panorama inquietante para el verano. Y si la temporada alta venía mal, a ver quién confiaba en los meses de otoño-invierno en las costas peninsulares, incluso en Canarias. La pregunta es quién sabe cuántos turistas hubieran venido menos entre junio y octubre a precios razonablemente rentables, cuántos hubieran dejado de venir entre octubre y mayo con tarifas más acordes con el nivel de calidad de la oferta española. Pero ese entreguismo por horror al vacío no puede durar siempre. El turismo español no puede ni debe competir por precios con destinos que se están mitificando por parte de los touroperadores. Una habitación vacía puede se rentable si la de al lado se vende con margen suficiente. Es cuestión de creer en el producto que se ofrece. Pero no parece sencillo asumirlo y defenderlo es estos tiempos del sálvese quien pueda.
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