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Por Marga AlbertÃ
10/11/09.- Los empresarios se quejan a menudo de la falta de unas normas claras que establezcan de forma inequÃvoca a qué hay que atenerse en el siempre pantanoso charco del urbanismo. Esta semana hemos tenido otro ejemplo más de la inseguridad jurÃdica y sus consecuencias: el hotel El Algarrobico, la imponente mole levantada a sólo unos metros del agua en la costa de AlmerÃa, paralizado y abandonado hace tiempo por sus promotores, ha sido noticia porque el Ayuntamiento de Carboneras, a propósito de la aprobación de sus Normas Subsidiarias, ha decidido mantener la calificación de suelo urbanizable para el terreno donde se levanta. La historia de este hotel bien podrÃa figurar en el libro de los horrores de la práctica polÃtica. Las Administraciones lo han apoyado o perseguido en función de quién sabe qué, procurándose la interpretación de la ley más favorable a sus intereses. En 2002 tenÃa el beneplácito de todas, que promocionaron y subvencionaron su construcción amparándose en el interés general y en su capacidad para generar actividad y empleo, pese a que el terreno estaba clasificado como protegido desde 1994. En 2006 el viento cambió de dirección y el expediente pasó a ser una especie de bandera de la lucha contra la especulación urbanÃstica. Llama la atención en todo el tiempo transcurrido la ambigüedad de la Junta de AndalucÃa, que bajo una misma presidencia, la de Manuel Chaves, lo mismo emitió informes favorables al proyecto que apoyó el derribo en la época de Cristina Narbona en el Ministerio de Medio Ambiente.
Ahora el Ayuntamiento de Carboneras, gobernado por el PSOE, allana nuevamente el camino a su legalización. Mientras tanto el hotel sigue ahÃ, la mole gigantesca que se ve desde la costa a varios kilómetros de distancia, inmune incluso a la ‘infalible’ Ley de Costas, para exasperación de los grupos ecologistas. Su futuro en todo caso sigue siendo incierto dado que en un alarde de coherencia la Junta de AndalucÃa, también en manos del PSOE, ha manifestado en reiteradas ocasiones su compromiso con la demolición. El lÃo no puede ser mayor.
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