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Por Pau Morata
27/5/10.- Mucho se habla de la necesidad de innovar en la hotelerÃa, pero poca es la innovación que suele observarse, salvo alguna que otra aplicación tecnológica, en la mayorÃa de paÃses. No obstante, y como la excepción confirma la regla, a una excepción me refiero, con el deseo de que algunos empresarios de aquà se interesen por el tema si lo consideran conveniente.
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Hace pocos meses en Copenhague se ha abierto un hotel del siglo XXI más que del XX en el que se anclan la inmensa mayorÃa de establecimientos inaugurados en los diez años transcurridos desde aquel año 2000 que tantas expectativas, negativas y positivas, despertó a finales de los años 90.
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Aclaro que visité ese hotel danés por iniciativa propia –no por invitación- y con la intención expresa de conocerlo. Fui por mi cuenta, pues, como un cliente más y pagué habitación y desayuno. Es un 2 estrellas pero algunas de sus prestaciones son iguales o superiores a los de 3 y 4 de toda la vida, por muy modernizados que estén. Sus tarifas son asequibles porque es de bajo coste pero es un macro-hotel de nueva construcción con 510 habitaciones, de cinco tipologÃas.
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La habitación es pequeña -12 o 15 metros cuadrados de superficie- pero el espacio está muy bien aprovechado, la insonorización es total, incluso a través del gran -y grueso- ventanal, por lo que aun estando al lado de trenes en circulación por su proximidad a la estación central estos no se oyen.
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El cuarto de baño es un espacio acristalado opaco con ducha en cabina circular y griferÃa monomando con regulador de temperatura, lavabo, taza, secador de pelo y detalles de acogida. Los suelos son antialérgicos. Â La cama es de tamaño matrimonial incluso en las habitaciones individuales, y con mesita de noche. El aire acondicionado se regula en cada habitación, en la que hay detector de humos y sistema cortafuegos.
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Cuenta con buena iluminación alógena y cinco enchufes –cinco- bien ubicados para poder recargar baterÃas de teléfonos móviles, cámaras fotográficas o de video y enchufar el ordenador, y aún sobrarÃa alguno. Hay mesa de trabajo y un par de sillas, de diseño. El perchero está integrado en una pared, al igual que la papelera y el depósito desplegable para equipaje. En la misma pared hay un televisor grande de pantalla plana con 30 canales presintonizados.
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El acceso a Internet en red inalámbrica con seguridad por contraseña es gratuito en la habitación y resto del hotel. La cerradura electrónica de tarjeta de última generación desbloquea también la activación y el funcionamiento de los ascensores, alguno de ellos panorámico gracias a su cabina acristalada.
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El registro y salida rápidos están automatizados para quienes lo deseen, aunque hay no menos de dos recepcionistas permanentemente. El centro de negocios con ordenadores, impresora e Internet se puede usar sin pago adicional al de la habitación. Junto a la recepción se pueden comprar bebidas frÃas y calientes, ensaladas, sándwiches y snacks.
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Para el desayuno, opcional, se puede adquirir electrónicamente un cupón que se entrega en el acceso a la sala restaurante en vez de tener que decir el número de habitación. El bufé es sencillo pero con productos de calidad. Innovar, en mi opinión, no solo es agregar o añadir sino que también puede ser quitar. Pues bueno, en la habitación no hay teléfono -¿acaso queda alguien que no lleve un móvil?- ni mini-bar.
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Reservé y pagué anticipadamente, acudÃ, lo examiné a fondo, me alojé una noche, desayuné, hice preguntas al personal y a algún cliente… y no resistà la tentación de contarlo.
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