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Por Jonatan Serrano
Málaga. 16/10/09.- Nadie discute la necesidad de regular y reglamentar el servicio de taxis en los aeródromos nacionales, pero es que como la cosa siga asà uno va a necesitar un tÃtulo en ingenierÃa termonuclear para echar cuentas a la hora de abonar el servicio. TodavÃa no conozco a nadie que haya pagado exactamente las tarifas que aparecen en los mÃticos cartelitos que las anuncian, y cuya presentación suele ser sospechosamente enrevesada, ya que a la hora de soltar la pasta siempre surgen rocambolescos complementos que le dejan a uno con la sensación de que acaba de ser objeto de una emboscada al más puro estilo Charlie (uséase, del Vietcong). Y que no trate uno de repasar la cuenta antes de poner un pie en tierra, nonono, porque en muchas ocasiones el acoso puede ser mayúsculo: “Mire señora, que yo no puedo estar aquà parado perdiendo el tiempoâ€, dicen. Claro, como al usuario le chifla perder el tiempo y que le peguen el palo…
Por suerte, dentro del sector del taxi no todos funcionan asà por lo que tal vez deberÃan centrarse no sólo en demandar aumentos en tarifas y complementos, sino en procurar apartar del cesto las manzanas podridas. ¿Acaso no han sufrido el desdén, el rechazo o incluso la negación de un servicio desde un aeropuerto, a poder ser de una zona eminentemente turÃstica, porque el destino estaba demasiado cercano? A servidor incluso me han llegado a empujar para abalanzarse sobre las maletas de unos turistas extranjeros que estaba detrás mÃo en la cola de espera, asegurándose asà una carrera más larga, todo esto ante mi sorpresa e indignación y la connivencia de sus colegas taxistas, y eso que todos llevan el cartelito de SP (que debe significar ‘Super Pesado’ y no ‘Servicio Público’ como yo creÃa ingenuamente). ¿A qué eso no lo tarifan?
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