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Por Marga AlbertÃ
21/8/09.- Qué tendrá el turismo de masas que allà donde nunca ha existido lo buscan como al becerro de oro y donde sà ha desplegado sus redes despotrican de él como si fuera una plaga bÃblica. Algo de planta trepadora sà tiene, abandonado a su inercia rentabilÃsima y voraz, capaz de aniquilar el terreno del que extrae desarrollos económicos irreversibles. El que muestra el programa de televisión Arena Mix no es una realidad virtual: son los turistas ‘price conscious’ que tan gratos resultan a la hora de llenar hoteles al precio que sea. No es fácil imaginarlos como habitantes de la postal de arena blanca, agua cristalina y paisaje desierto de la propaganda oficial, pero es lo que hay. Las instituciones polÃticas que han protestado a Antena 3 no deben esperar que los empresarios prefieran tener sus hoteles vacÃos, y seguramente en privado no lo hacen. Además, basta darse una vuelta por las principales zonas turÃsticas españolas para comprobar que de ningún modo son minoritarios, por mucho que escueza a los ideólogos del nuevo orden turÃstico. Por algo es turismo de masas y tiene más brazos que un pulpo. Para encontrarlo sólo hay que seguir por tierra, mar y aire la ruta de las ofertas nunca vistas y los descuentos inigualables. La industria sabe dónde está el negocio, igual que lo saben las televisiones y sus audiencias, los bancos y sus hipotecas y los propios polÃticos cada cuatro años. Trasplantado al siglo XIX, al turista de masas se lo habrÃa apropiado Dickens con más provecho y menos hipocresÃa.
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