La alarma creada en la Playa de Palma

Por Marga Albertí

23/8/10.- El proyecto para reformar la Playa de Palma ha creado una alarma social que hay que atribuir en exclusiva a sus responsables políticos, que se han ocupado de anticipar declaraciones grandilocuentes mucho antes de que el proyecto estuviera aprobado y, por tanto, mucho antes de que su contenido pudiera concretarse y tranquilizar a la opinión pública. Quienes estaban con la mosca detrás de la oreja desde que hace unos meses un atemorizante titular les advirtiera de que la reforma reduciría la edificación residencial al 50%, un disparate desde todo punto de vista, han tenido que esperar a que el plan entre en periodo de exposición pública para descubrir, ahora sí, que en primera línea de Can Pastilla serán derribadas 91 viviendas para construir un bulevar. Por aquello de ver las barbas de tu vecino pelar, no es raro que los residentes del resto de la gran playa mallorquina colapsen estos días el pequeño vestíbulo de las oficinas del Consorcio, en el polígono de Son Oms, para averiguar qué más puede ocurrir. No hay como desplazarse hasta allí y tener la santa paciencia de guardar más de una hora de cola para comprobar que por boca de sus arquitectos el proyecto gana en orden, razón y ciencia lo que pierde en las macro-presentaciones estelares a cargo de nuestras rutilantes estrellas de la política. Quien tiene el alivio de verificar que su casa seguirá en su sitio, y son la gran mayoría dado que no es tan fiero el proyecto como lo pintan, se marcha de las oficinas no sólo tranquilo, sino reconfortado por el trato excelente del personal y hasta con cargo de conciencia por dejar que tanto titular atolondrado te desboque la imaginación.
Otra historia diferente es la de la minoría sacrificada al interés general, que desde luego la hay y merece todo el apoyo. Para ellos se abre un camino largo pero sobre todo injusto, ya que se les hace pagar el pato de 30 años de políticas permisivas que han hecho de la Playa de Palma lo que es hoy: un maravilloso escenario natural superpoblado de personajillos que pululan en la órbita de negocios de dudosa índole. Y ahora todo eso se pretende solucionar a golpe de bulevares.