La guerra continúa

Por Raúl Huerta

Madrid. 24/11/10.- En el sector era sólo un rumor que iba ganando fuerza pero ayer un hotelero con amplia presencia en la Costa Blanca lo confirmó. La mayorista Thomson, pertenciente a TUI, está negociando descuentos para la próxima temporada alta sobre acuerdos ya firmados. A diferencia del 5 por ciento de Thomas Cook, Thomson va más allá y busca una rebaja en la factura de entre el 15 y el 30%, lo que supondría una auténtica tragedia para los hoteleros afectados que ya tienen los márgenes por los suelos, pero que se veía venir. Thomas Cook, a pesar de echarse atrás en el último momento, dio pie a que otros mayoristas hicieran lo mismo. Y no han tardado mucho.

Esta guerra no terminará bien para nadie. Para los hoteleros porque se ven entre la espada y la pared; muchos de ellos, sobre todo pequeñas cadenas, todavía mantienen casi tres cuartas partes de su clientela gracias a los touroperadores, así que si se negaran a trabajar con ellos irían a la quiebra, y si aceptan esas abusivas rebajas su rentabilidad se vería aún más perjudicada de lo que ya está, sus beneficios serían mínimos o negativos y también podrían quebrar.

Esta guerra no es buena para los mayoristas porque cada vez más hoteleros están hartos de sus exigencias y algunos de ellos podrían tomar la determinación de dejar de trabajar con ellos y desarrollar más la venta directa o a través de portales de Internet, lo que iría en detrimento de su oferta, y si ya están perdiendo cuota de mercado, lo harían aún más.

Por último, esta guerra no es buena para los turistas porque la calidad del servicio se verá afectada. Para hacer frente a los descuentos, los hoteleros que pasen por el aro se verán obligados a recortar gastos, tanto de personal como de calidad en su oferta, lo que iría en detrimento del producto. El turista, por muy barato que le haya salido el viaje, puede acabar insatisfecho y no volver más, lo que repercutiría sin duda alguna en el destino.

Es decir, que todos los actores del sector turístico tienen mucho que perder en esta guerra entre mayoristas y hoteleros. Aunque la decisión más difícil y angustiosa corresponde a estos últimos.