Por Fernando Urrea
Madrid. 4/08/10.- Una vez conocida la intención de los controladores de hacer una huelga ‘oficial’ durante el mes de agosto, la atención se centra ahora en cómo responderá el departamento que encabeza José Blanco a un paro que puede colapsar los transportes aéreos en el país en el momento cumbre de las vacaciones. La forma en que el ministerio de Fomento ha adecentado las condiciones laborales de este gremio no ha sido la más ortodoxa, pero sí ha estado acorde a los excesos que regían las retribuciones del colectivo. Los sindicatos tienen motivos para sentirse algo maltratados, pero deberían al mismo tiempo comprender la injusticia de la que se han estado aprovechando los trabajadores durante tantos años. Pero desde entonces, los controladores no han hecho más que dañar todo cuanto han podido, con amenazas estremecedoras -¡accidentes!-, enfermedades que en dos tercios no refrendaban los médicos, y una huelga anunciada para el peor de los momentos. El ministro de Fomento ha adoptado en ocasiones un tono populista de indignación que no ha favorecido el apaciguamiento de los ánimos, por lo que convendría que la respuesta a las amenazas fuera más efectiva en cuanto a la operatividad del tráfico aéreo, que en cuanto a la contundencia verbal. Por lo que se juega toda la economía en el envite, José Blanco tendría que pensar menos en el rédito político y más en el bienestar de afectados directos e indirectos.
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