Por Gabriel Hilton
El anuncio de que Globalia quiere comprar Orizonia ha generado sorpresa y escepticismo. En los mentideros turísticos nadie se cree mucho que la operación sea posible en un momento como el actual. Globalia afronta la crisis con espíritu y claridad de ideas, pero su situación no es como para tirar cohetes y lanzarse ahora a la compra de Orizonia parece una aventura poco realista.
Hay que cuestionarse también si la forma de anunciar la noticia ha sido la adecuada. Globalia y Orizonia mantienen buenas relaciones, y aunque la segunda por ahora no ha reaccionado, sería lógico y natural que no le hubiera sentado bien el comunicado de Hidalgo. Este tipo de “boutades” generan malestar entre los protagonistas, proveedores y empleados en un sector que ya está de por sí bastante convulsionado con los sobresaltos de la crisis.
Sin ir más lejos, hace algunos meses el escenario era el contrario. La empresa de Subías manifestaba su interés por Globalia y conviene recordar el malestar expresado entonces por el propio Hidalgo ante la noticia.
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