Por Tomás Cano
El 2010 se ha ido. Cargado de problemas para nosotros los humanos; y nos deja para encararnos con otro año en el que seguiremos arrastrando las viejas rémoras del pasado, pero sin solución para el presente inmediato.
El sector turístico, nuestra industria, tiene demasiados frentes abiertos, algunos serán difícil de cerrarse porque faltan emprendedores, ayudas, crédito y voluntad política. Por mucho que nuestros políticos nos hagan ver lo contrario con acciones y decisiones de cara a la galería, deben mirar atrás y ver lo que se hacía antes para entender el futuro, al igual que Alejandro, que leía a los antiguos antes de las grandes batallas.
Pero qué haremos con los sastres que se han colado en muchas empresas y conforman el tejido empresarial español. Afortunadamente, no todo está compuesto de estas células que con tijeras en mano se dedican a cortar y recortar nuestras vidas, nuestros sueldos o simplemente nos mandan al paro a los que tenemos derecho a él o simplemente nos quedamos en casa sin él, y que además o en muchos casos no es ni eso, pues no es nuestra sino del banco. No todos los empresarios son o tienen manos-tijeras como los que menciono.
Me gustan las empresas familiares, con tradición familiar, los empresarios que sufren por salir adelante; estos son un ejemplo a seguir. También lamento los que simplemente han cerrado porque la situación era insostenible. Hay empresarios de larga tradición en este país y sería injusto menospreciar su trabajo, en algunos casos de muchos años. La prensa ha anunciado en alguna ocasión reciente, a través de grandilocuentes entrevistas, lo que hacen algunos empresarios que crean nuevas oficinas para albergar a 1.500, o tal vez más empleados. Nadie dice que son empleados de 500 euros al mes o de 800, a eso se le llama crear empleo, qué vida esta en la que algunos empresarios se ven abocados a una ambición tal, que les obliga a hacerse falsos.
Es la era de los sastres con sus tijeras, de los contables, esas personas que de niños en general jamás fueron acariciados. Estamos llegando a un punto dónde los psicólogos tendrán mucho trabajo, eso si podemos llegar a pagarlos. Estoy preocupado, porque no decirlo, porque francamente no se hacia dónde vamos, y sobre todo hacia dónde van nuestras jóvenes generaciones, que con estos míseros salarios deben ser el soporte básico de nuestra comunidad, pero así no hay quien pueda.
No somos más que marionetas de trapo en manos de los sastres de tijera fácil; con ellos, a nuestra juventud no podemos darles alas para que aprendan a volar solos porque los sastres les cortan las alas antes de empezar su vuelo. Los poderosos miran en general y por costumbre al hombre, hacia abajo. Cuando un hombre no tiene derecho a mirar de esta forma a nadie salvo cuando ha de ayudarle a levantarse, pero no siempre son los poderosos, sino nosotros mismos en muchas ocasiones los que actuamos de esta forma.
La conclusión es que el mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Todos los días debería uno esforzarse en ser mejor, en levantarse por las mañanas y ayudar junto a otros a levantar el futuro de nuestra sociedad, a eliminar a los sastres, a los que especulan con nuestras vidas, la de todos aquellos que dependemos de un salario, y de nuestros sueños también. Debemos luchar por restituir nuestro valor, por mantener la entereza; debemos poner por delante nuestras buenas intenciones. Aunque estoy seguro que, por el momento, estos profesionales de las tijeras no nos dejarán de machacar hasta que su generación desaparezca. Deben desaparecer. Para ello debemos quitarles la tela con la que nos tienen subyugados, haciendo que nuestras vidas y en especial la de los jóvenes no sean complicadas mientras ellos siguen enriqueciéndose a nuestra costa.
Cómo puede alguien vivir o malvivir con lo que algunos orgullosos empresarios pagan a sus empleados. Cómo se puede vivir sin el crédito necesario para crecer en todos los aspectos. La sociedad actual está putrefacta, porque muchos se han enriquecido con sus braceros, cuando todos pensábamos que ya no existían empleos de esta calidad.
A pesar de todos ellos, cada mañana al levantarnos debemos seguir creyendo en nuestros sueños y ambiciones, trabajando y haciendo todo aquello que no nos haga preguntarnos porqué estamos en este mundo, sino simplemente decirnos que estamos en este mundo porque queremos convertirlo en un mundo mejor, dónde todos tengamos nuestro lugar y que lo hemos conseguido con nuestro esfuerzo y tesón. Para ello es fundamental estar cerca de los que amas, de tu familia aunque en ella haya personas que no tengan tu misma sangre. Seguro que en este titánico esfuerzo nos ayuda la celebración cada año del nacimiento de Emanuel, o Jesús, porque esta humanidad tiene hambre de Dios. No importa en que dios crean, todos los caminos nos llevan al mismo se llame como se llame. Pero también deben volver a creer en el hombre, en su semejante, su hermano, capaz de con su entusiasmo sacarle de esta zozobra que sufre por el y por sus hijos, pues todo lo que nos queda al final son las nuevas generaciones, y sólo ellas serán capaces de generar la riqueza suficiente para sostener un país.
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