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Por Tomás Cano
5/1/10.- En estos dÃas he tenido la oportunidad de leer una entrevista al máximo responsable de Ryanair. Francamente, después de leerla, todo lo que me ha quedado es el olor nauseabundo de un ególatra. No dejo de reconocer el hecho irrefutable de que están haciendo dinero y mucho, pero también existen otras compañÃas con otro tipo de gestión que año tras año consiguen sus objetivos. Su desprecio por sus clientes es desconcertante y no digamos ya por sus empleados.
A mi entender, estos visionarios ignoran lo que es la seguridad aérea, o miran hacÃa otro lado. En primer lugar, para mi el valor de una empresa está en sus empleados y mención especial merecen los pilotos. Los pilotos son los responsables de la operación, no es una cuestión de que trabajen menos, es de que trabajen sin angustia ni presión.
Alguien escribió una vez que una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario, pues tal es la situación del sector en general en la que estos hombres requieren de una gran inversión en tiempo y dinero. A pesar de ello están sometidos a la presión de no cobrar sus sueldos, de terminar en el paro y asà otras muchas más situaciones que lo único que hacen es atentar contra la seguridad aérea.
En los últimos tiempos, pilotos y auxiliares de vuelo, mecánicos, etc. han venido iniciando una serie de campañas reivindicativas con la mirada puesta en la reforma de la normativa que regula sus actividades y descansos con el objeto de persuadir a los entes legisladores de la Unión Europea de que no cedan a las presiones de los operadores aéreos, ávidos por reducir costes e incrementar la productividad.
Diversos estudios sobre la fatiga llevados a cabo por prestigiosos centros médicos revelan que la actividad aérea se desarrolla en un entorno “hostil†para el trabajador debido a la multitud de elementos exógenos que interfieren negativamente en sus labores tales como: el ruido, los cambios de presión y de horarios, una mala alimentación e hidratación, las radiaciones cósmicas (tema sobre el que escribir aparte), la presión, el estrés. En fin, elementos muchos de ellos presentes en la mayorÃa de los puestos de trabajo ordinarios pero con una importante salvedad; el riesgo que comporta el fallo.
Errar es inherente al ser humano. No obstante y por el bien común, determinadas profesiones deben configurarse en base al establecimiento de una normativa, pautas, procedimientos y formación que eviten o contengan los efectos que comportan determinados errores. Tal es el caso de los cirujanos, controladores aéreos y tantas otras profesiones dotadas de gran responsabilidad.
Por todo ello, la iniciativa anterior adolece de un gran problema de planteamiento. La dantesca competencia e incertidumbre del sector y la imperante necesidad de todo operador de incrementar su productividad como medida fundamental para garantizar su viabilidad, transmiten de forma directa toda la presión de la operación a los tripulantes, y especialmente a los pilotos como responsables del cumplimiento de las pautas de la operación y del servicio contratado por sus pasajeros. Las carencias logÃsticas y a veces formativas del personal de tierra acrecientan aún más sus funciones, debiendo a menudo solventar problemas propios de otras áreas para garantizar que el vuelo “salga en horaâ€. Este modelo de operación interfiere con las labores de pilotaje habituales, introduciendo en la mente del Comandante la consideración de elementos comerciales que lastran la seguridad aérea, pudiendo favorecer hechos tales como la selección incorrecta de los flaps para el despegue. Ello, aun siendo impensable para algunos, es totalmente factible en tales entornos, y ha sido causa en el pasado de la pérdida de un importantÃsimo número de vidas humanas.
Hay quien quiere ver los efectos de jornadas excesivas y descansos reducidos tras todo lo anterior, pero lo cierto es que aun cuando estas fuesen sensiblemente recortadas, el sistema actual de trabajo en cabina seguirá generando estrés y fomentando el error con las consiguientes implicaciones sobre la seguridad del vuelo.
La solución pasa pues por la implementación conjunta de un estricto marco normativo que regule las condiciones de trabajo en cabina y que coarte en lo posible toda voluntad de introducir elementos comerciales en un habitáculo donde tan sólo deberÃa hablarse de la seguridad de las personas que viajan a bordo del aparato. En resumen, la angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada, o lo que es lo mismo para mi, la tragedia.
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