Lujo en cuadro

Por Javier Aguado

Madrid. 20/04/10.- El hotel Majestic de Barcelona anunció la semana pasada que va a regular el empleo de toda su plantilla, que trabajará bastantes menos horas. Este ajuste, unido al del Ritz de Madrid del pasado verano, deja en cuadro a los dos alojamientos con más solera de las dos principales ciudades de España. Pero no sólo el lujo en su variante hotelera ha quedado mermado por la crisis, sino también en el ámbito gastronómico. ‘El Bulli’, el restaurante más prestigioso del mundo, cerrará en poco tiempo, ya que pierde medio millón de euros al año, según su copropietario, Ferran Adrià. Sí, 500.000 euros cada ejercicio. El mismo restaurante al que uno llama un lunes para reservar y le dan cita para el martes, pero el martes de seis meses después. Es decir, un establecimiento con una demanda estable y garantizada, el sueño de cualquier restaurador, hotelero, o empresario en general. ¿Qué ha fallado entonces en el local del cocinero más reputado? Parece obvio que una gestión más acertada. Pero, ¿Y en el caso de los dos hoteles más emblemáticos de Madrid y Barcelona? Tampoco la administración ha sido ejemplar, aunque en este caso se evidencia particularmente con el mal resultado de una elección: encoger los precios. Cerca del 35 por ciento en el caso del Ritz, de acuerdo con su director general. Entonces, ¿Qué cartucho les queda por quemar? Pues precisamente, el que distingue al lujo: el valor añadido. Ofrecer más por lo mismo, y no lo mismo por menos. Porque lo que nunca ha de quedar en cuadro en la elite hostelera debe ser el ingenio, la creatividad, la originalidad y la capacidad de respuesta. Ni debe quedar en cuadro la exclusividad, es decir, no hacer lo mismo que el resto: ofertas económicas permanentes, despedir o cerrar.