Por Raúl Huerta
Madrid. 24/02/11.- La tensa calma que vive Egipto ha logrado ya que muchos turistas vuelvan a preguntar por este destino, y muchos más lo seguirán haciendo cuando vean lo barato que resultará alojarse allí. En España hemos lanzado las campanas al vuelo por la llegada de todos los turistas ‘rebotados’ de los países árabes y ya se habla de renegociar los precios al alza con los touroperadores para la próxima temporada, una misión más que difícil.
Si la situación en Egipto se sigue tranquilizando, el mes que viene los turistas volverán a visitar el país de los faraones y la masiva llegada de turistas a Canarias y otros puntos de España no habrá sido más que un espejismo, que ha venido muy bien, eso sí, pero que no solucionará de ningún modo los problemas congénitos de los principales destinos turísticos españoles. Alegrarse del mal ajeno y presumir de unas cifras infladas por factores exógenos no está bien, ya que esos factores pueden volverse en contra rápidamente.
De hecho, ya lo están haciendo. El precio del petróleo está inmerso en una escalada en la que no se vislumbra su techo, pero que ya ha obligado a las aerolíneas a subir los billetes. Egipto y Túnez ya han comenzado a bajar sus precios, algo que alegrará a los touroperadores europeos más importantes que no tienen amigos en estos casos. Y esta situación se veía venir ya que es algo que todos los destinos hacen cuando el turismo se ve muy afectado por factores externos.
Ni antes había que lanzar las campanas al vuelo, ni ahora se podrá decir que estos países rompen el mercado. Hay que luchar contra todo esto y tomar medidas para que el turismo español tenga futuro a largo plazo. Los principales problemas los tenemos en casa: la sobreoferta y la obsolescencia. Mientras que esto no se solucione, los precios y la rentabilidad de las empresas turísticas no aumentarán. Y se trata de una labor de todos, pero en la que los políticos tienen mucho que decir. El caso es si se atreverán.
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