No es gasto es inversión

Por Fernando Urrea

Toda una sorpresa. El recorte a la promoción turística en los Presupuestos del Estado ha sido toda una sorpresa, aun en el contexto de rebajas en todos los ministerios, porque en los últimos meses el Gobierno había manifestado reiteradamente en el Parlamento que el turismo es, en estos momentos, después de la caída de sector de la construcción, el auténtico motor de la economía nacional por la mayor aportación al producto interior bruto, por ser decisivo en el equilibrio de la balanza de pagos, por mantener un nivel anual en aumento de la afiliación a la Seguridad Social, por ser uno de los pocos dinamizadores sociales en estos tiempos de recesión. Es cierto que el tijeretazo ha sido de alrededor de 150 millones, lo que no es poco, y que también ha dotado con prácticamente la misma cantidad al fondo financiero para la modernización de las estructuras turísticas, pero no es eso. Un estudio reciente indicaba el “error” de muchas empresas privadas turísticas de reducir la publicidad, al entender que era un gasto prescindible y no una inversión necesaria. El Gobierno ha cometido el mismo error de apreciación porque en estos momentos todos los países, los consolidados y los emergentes, entienden y ponen en práctica que es fundamental la promoción para recordatorio, fidelización y lanzamiento de nuevas zonas y productos. Pero también es cierto que los partidos no tienen en el turismo una de sus prioridades. Basta leer los programas electorales, basta ver a quienes designan como portavoces parlamentarios en este apartado, basta comprobar qué enmiendas se han presentado sobre turismo y promoción. Entonces, si partido y Gobierno no tienen sensibilidad, conviene que sean las patronales y esos organismos que ahora se dedican a estudios y estadísticas quienes se constituyan en lobbies para intentar que el Gobierno rectifique y no solamente restituya el grado de promoción, sino que la amplíe. Hay tiempo y espacio legislativo para conseguirlo.