Por Marga Albertí
21/6/11.- El nuevo Gobierno de CIU está decidido a no aportar ningún elemento original a la política aeroportuaria catalana, tan dominada ahora como en la legislatura anterior por espejismos que pueden salir muy caros. Cede al chantaje de Ryanair en Girona y se justifica en que este aeropuerto y el de Reus deben convertirse en nichos de compañías low cost, mientras el de Barcelona se reserva para conexiones internacionales.
Y lo argumenta como si la irlandesa no estuviera también en El Prat y su presencia no sembrara dudas sobre el verdadero modelo de futuro que se busca para el aeropuerto catalán. El ‘hub’ que se quiere para Cataluña es cuestión de demanda, pero también de imagen y la cruzada de Spanair puede ser aún más difícil con Ryanair convertida como siempre en la reina de las subvenciones públicas.
Una política que se reduce a tentar con dinero pone en entredicho a quien lo ofrece y a quien lo recibe. Otras compañías aéreas hacen apuestas mucho más honestas por territorios determinados y se las ven y se las desean para salir adelante.
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