Por qué decimos no a la huelga

Editorial 

Porque esta huelga general no va a servir para solventar los graves problemas económicos de España. Porque los sindicatos que la convocan son copartícipes con el Gobierno de Zapatero en su tardanza en reconocer las serias dificultades que venía atravesando España desde hacía más de dos años. Porque el dirigente de uno de los sindicatos convocantes ha estado pegado al poder gubernamental durante estos años de deriva económica, al punto de ser considerado como el cuarto vicepresidente del Gobierno. Porque la huelga no va dirigida contra el Gobierno sino contra los empresarios y en menor medida, contra la oposición. Porque los videos promocionales de UGT son grotescos, sectarios e injustos con el mundo empresarial. Porque la reforma laboral era y es necesaria para hacer frente a la deuda de España. Porque la reforma laboral es la menos traumática que se podía haber adoptado. Porque el coste económico de la huelga es elevado para un país endeudado hasta el tuétano. Porque los sindicatos han pactado con Fomento unos servicios mínimos que adulterarán el resultado de la movilización. Porque los piquetes no son de fiar. Porque ya han anunciado que cortarán carreteras. Porque generan miedo entre los trabajadores que libremente quieren acudir a sus puestos de trabajo. Porque la rebaja de ingresos se aplica tan sólo a los funcionarios, el único colectivo que tiene garantizado su puesto de trabajo. Porque la huelga es un pulso de los miles de sindicalistas liberados y no de la clase obrera per se. Porque no critican el gasto público. Porque para UGT sólo existe la tricolor. Porque han sido incapaces, al igual que la no menos mediocre patronal, de alcanzar unos acuerdos que hubiesen aportado estabilidad al país. Porque es un sinsentido paralizar España con cierres de escuelas, comercios, hospitales y fábricas, amén del transporte, sin ofrecer alternativas viables.