Por Marga Albertí
La crisis ha dejado con una programación casi testimonial a la naviera balear Iscomar, confinada al trayecto entre Ciutadella y Alcúdia cuando durante años se repartió con Acciona y Baleària el tráfico mixto de pasaje y carga entre Baleares y la Península. De Iscomar convencían el precio y unos buques aceptables dentro de sus limitaciones, por encima de incomodidades como el atraque en zonas portuarias remotas, casos de Barcelona y Valencia, o la contingencia de embarcar a los pasajeros sin coche por la bodega, obligándoles a cargar a pulso el equipaje escaleras arriba o eternizarse en la cola del ascensor. Nada que ver con los fastuosos superferries de Acciona, pero serviciales como los que más. Fue la primera compañía en crear una alternativa regular diaria de transporte marítimo entre Menorca y Mallorca, donde Acciona ofrecía incomprensiblemente –y lo sigue haciendo- un único viaje por semana en una travesía dominical inacabable, metáfora del largo camino de la doble insularidad. Posiblemente low cost en su género, Iscomar ha sucumbido a la crisis que arrastró a Contenemar, su matriz, después de traer de cabeza durante años a sus competidores. Que sin embargo han recorrido un corto camino desde que desapareciera ‘el gran agente distorsionador del mercado’, como se la llegó a llamar. No sólo no han ganado pasaje, sino que han perdido un tercio en dos años y afrontan una investigación oficial bajo la acusación de pactar precios.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo