Por Vivi Hinojosa
Madrid. 5/11/2010.- Leyendo la entrevista del consejero delegado de Thomas Cook, Manny Fontenla-Novoa, recibe una la impresión de su esfuerzo para buscar una excusa que permita justificar su arbitraria decisión de descontar unilateralmente un 5 por ciento de las facturas que tiene pendientes de abonar a los hoteleros españoles.
Si antes era la crisis y las pérdidas por el caos provocado por el volcán islandés, ahora la pelota pasa al tejado de las subvenciones que el Gobierno canario otorga a Ryanair por volar a sus aeropuertos, disfrazadas, eso sí, de acuerdos de promoción turística. Estas ayudas, supongo que en su opinión, distorsionan la libre competencia, pero tampoco compiten en igualdad de condiciones unos y otros por el volumen de contratación. Ni que decir tiene que el cliente de touroperador se beneficia de unos precios más atractivos en el alojamiento que el viajero individual que utiliza las low cost.
En cualquier caso los contratos se firman para cumplirse y los precios fijados han de ejecutarse, independientemente de las circunstancias externas que puedan haber afectado a los flujos turísticos. Porque si los hoteleros españoles han hecho enormes esfuerzos para seguir siendo competitivos en la difícil coyuntura actual sin descuidar la calidad, los operadores han de hacer lo mismo para asegurar su supervivencia sin tener que recurrir a descuentos a proveedores a posteriori.
Pero me temo que este tema seguirá dando que hablar, porque mientras Thomas Cook se ha lanzado en esta injusta cruzada, estoy segura que el resto de touroperadores esperan agazapados a ver cuál es el resultado y si le sale bien, seguir sus pasos. Tiempo al tiempo.
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