Tomás Cano
17/3/09.- El sector turístico ha estado siempre viviendo en la seguridad de que nunca nos faltarían clientes, ya sean hoteles, aviones, restaurantes o lo que se suele llamar la oferta complementaria, pero desgraciadamente estamos viviendo una crisis de una gran profundidad.
Ya no nos vale la lealtad de una clientela sea alemana o inglesa, lo importante son los precios, hoy cuando la economía se ve afectada de forma tan desgarradora, nuestros mercados competidores se frotan las manos, porque simplemente no podemos competir con ellos.
Sólo los grandes hoteleros, que han sido capaces de diversificar su negocio están más resguardados que los demás, sus inversiones en el Caribe les permiten sobrellevar la crisis de una manera mas adecuada.
Hemos perdido capacidad de fidelizar a nuestros clientes, hemos perdido capacidad aeronáutica y tenemos que buscar nuevas formulas para conseguir recuperar nuestra posición mundial en el sector turístico.
La recesión en los países emisores nos está afectando más que a nadie, pero yo creo que la mayor amenaza para el futuro es la indiferencia y el silencio.
Queremos crear nuevas compañías aéreas, pero no hay pasajeros, queremos llenar nuestros hoteles pero no hay suficientes clientes para todos, algo hay que hacer, porque las perspectivas del futuro son inciertas y desfavorables.
Algo tenemos que hacer. Es difícil profetizar lo que nos deparará el futuro, ya que la fidelidad es una virtud típica sólo de los ancianos; se está demasiado cansado para cambiar de conducta e ideales.
En la coyuntura actual y del futuro los precios van a ser determinantes, para ello hay que involucrar, aunque alguno crea que es una quimera, a los gobiernos, tanto locales como nacionales, a entidades financieras y un largo etcétera si queremos paliar esta situación.
En esta época nadie encuentra ayuda en los demás. Cada cual tiene que luchar; y mejor si tiene la suerte de estar solo, si en lo viejo no hubo nada nuevo, que lo haya en lo nuevo que vendrá.
Tal y como van las cosas , todo cuanto puedo decir es que siempre he deseado que el polvo de las inquietudes no viniera a posarse en la mesa de la comida, pero ¿cómo impedirlo? No podemos pedir a los demás que te den la solución, debemos trabajar todos juntos, todo el sector para impedir la sangría de puestos de trabajo y la desaparición de empresas constante y en especial del transporte aéreo.
Muchos dirán que lo que escribo hoy no son más que palabras, pero que nadie olvide la importancia de las palabras, que en mi caso son humildes, en cambio tenemos todos que recordar que los Mayas sabían de la importancia de las palabras pues tenían un dios especial para las mismas.
Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. Siempre sirven para algo, aunque el que las escriba no merezca la atención del que las lee.
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