Por Fernando Urrea
Madrid. 1/07/11.- Y ahora Grecia. La convulsión social que atraviesa el país helénico por los recortes económicos de un estado en la ruina ya ha calado en los mercados turísticos europeos porque la manifestaciones violentas en el centro de Atenas están en portada en todas las televisiones del mundo. Es cierto que zonas turísticas periféricas no sufren tanta violencia, pero la capital es el centro neurálgico de la oferta griega, fundamentalmente por el ingente patrimonio artístico y cultural y por ser sede de cruceros, excursiones marítimas y tours terrestres. Si Atenas, Grecia perdería mucho atractivo y, hoy por hoy, es una ciudad no recomendable, quizá hasta peligrosa. Si Egipto y Túnez no terminan de recuperarse de la conmoción de principios de año a pesar e los grandes esfuerzos promocionales, y Marruecos está también bajo sospecha por la reacción de la calle a la política real, solo queda Turquía entre los principales competidores de España en el Mediterráneo y el Magreb. Por eso, si había alguna duda de la gran temporada que ya se está experimentando en todas las zonas españolas, los acontecimientos de Grecia la han despejado. Incluso puede ser histórica, de overbooking de demanda, si el turismo nacional aumenta dos o tres puntos respecto al año pasado. Esta situación de vuelta a los números de antes de la crisis puede, debería ser, un aliciente para hacer caso a grandes empresarios que propugnan la inversión para las próximas temporadas. No se puede esperar que el año que viene España vuelva a tener la suerte de recibir turistas rebotados de destinos convulsos, nadie se puede creer que siempre habrá una desgracia ajena que palie nuestras deficiencias. Otoño tiene que ser el punto de partida para el arreglo integral de la casa.
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